Rumanía 2021 - Primera semana - 1/3

Queridos amigos,

Retomo la actividad en el BLOG para compartir la crónica del viaje que hemos hecho durante las vacaciones de verano de 2021 a Rumanía. Un viaje repleto de kilómetros, de anécdotas y de experiencias que espero que podáis en parte disfrutar mediante este relato...

Comenzamos!!


Nosotros nos consideramos unos afortunados viajeros que hasta antes de este viaje, habíamos tenido ya la oportunidad de visitar la mayoría de países europeos en viajes anteriores. Tan sólo nos quedaban los interesantes países de la llamada Europa del Este, de modo que hace ya dos años, para el verano de 2019, que programamos un viaje con destino al Mar Negro en Rumanía para recorrer la mayor parte de países del Este posible.

Lamentablemente, en 2019 por que no nos llegó a tiempo la nueva autocaravana que compramos y en 2020 por la Pandemia Mundial del Covid19, hasta este verano no hemos podido hacer este viaje tan deseado...

Tal y cómo siempre hacemos en este tipo de viajes, primero marcamos un punto de destino y varios "hitos" a conseguir durante el viaje y luego dejamos que los días nos vayan abriendo posibilidades, las oficinas de turismo nos vayan avisando de sitios interesantes y, lo más importante, otros autocaravanistas nos hagan sus recomendaciones en los sitios donde coincidimos, de modo que finalmente el viaje se convierte en un 10% programado y un 90% de improvisación. Esto hace que esta forma de viajar sea la mejor para los que tenemos espíritu aventurero, pues la mayoría de los días te sorprendes con interesantes descubrimientos y te sueles levantar por la mañana sin saber dónde vas a parar a pasar la noche ese mismo día. A nosotros nos apasiona esta forma de viajar!!

En fin, trataré de hacer esta crónica lo más amena posible, con todas las fotos que pueda subir e intentando que sea lo menos pesada posible... Empezamos con el punto de destino "final" (pongo la palabra "final" entre comillas porque nunca ese destino es el final del viaje propiamente dicho, sino que suele ser el punto en el que dejamos de alejarnos de casa y, desde ese sitio, comenzamos a ir cada día regresando, aunque siempre utilizando otra ruta distinta a la de la ida). 


Elegimos como destino Constanza, en el Mar Negro de Rumanía. La idea es llegar bordeando la costa del Adriático para visitar Eslovenia, Croacia y Bosnia hasta entrar a Rumanía por Timisoara. Una vez allí estar varios días viendo varios puntos imprescindibles que más adelante podréis ver hasta llegar al Mar Negro. El regreso sería por el norte, pasando por Hungría, Austria y entrar a Alemania por el norte de Suiza para regresar a España por el centro de Francia.

Ahora vamos con el día a día.


Nuestro primer objetivo fue visitar Venecia, que aunque ya conocemos de otros dos viajes por allí, nos encanta y nunca defrauda. Para llegar allí, decidimos quitarnos un poco de carretera y coger un ferry de Barcelona a Civitavecchia. El resto del trayecto, lo hicimos por carretera sin entretenernos mucho, pues eran recorridos que ya habíamos hecho otras veces...



De estos trayectos, tan sólo reseñar que el viaje en el ferry fue un infierno!! Hubo un gran temporal que generó un movimiento tan brutal que nos tiramos toda la noche en el camarote levantando maletas volcadas, recogiendo las escaleras de las literas que se caían cada dos por tres y calmando a los perros que estaban muy asustados con el movimiento y el ruido.


Afortunadamente, yo que soy de marearme no me mareé nada, aún sin tomar drogas, de modo que por la mañana salimos a cubierta a tratar de disfrutar de la experiencia de navegar en un día agitado. Al final, aunque se nos hizo el viaje un poco pesado porque el barco hizo una parada en Cerdeña, llegamos a destino con muchas ganas de devorar los kilómetros hasta la Ciudad de los Canales.






Una vez allí, elegimos por comodidad el Camping Fusina para pasar la noche, pues se encuentra justo enfrente del centro de la ciudad, con un barco que sale en la misma puerta del camping hasta Venecia haciendo el trayecto cada media hora. 
Nos encontramos una ciudad repleta de turismo, como siempre, pero con la mayoría concienciada con el uso de la mascarilla en los lugares más masificados.








En fin, pasamos un día muy agradable!!


De allí, nos pusimos en ruta hacia "terreno desconocido" por la costa del Adriático, pues nunca habíamos llegado más hacia el este de ese punto, y cruzamos la frontera de Eslovenia.
Lo primero, nada más cruzar, fue comprar la viñeta obligatoria para la circulación por las autovías. Paramos en la primera gasolinera tras la frontera y la adquirimos por la nada despreciable cifra de 30€ para un mes (aún no sabíamos si tendríamos que volver por Eslovenia al regreso).

Luego, seguimos bajando por la costa visitando Piran y, ya en Croacia los preciosos pueblos costeros de Porec y Rovinj.








Lo cierto es que esa zona nos impresionó por sus aguas cristalinas, sus puestas de sol y la belleza de sus pueblos!!

Así que, tras varios paseos inolvidables y algunas compras de souvenirs, dejamos la costa y nos dirigimos al interior para visitar uno de los lugares más mágicos de nuestro viaje: El Parque Nacional de los Lagos de Plitvice, cerca de la frontera norte con Bosnia.

Allí nos encontramos con un el paraje más increíble de nuestras vidas en cuanto a lagos naturales y cascadas... Y eso que lo visitamos en el peor momento del año por la "escasez" de agua!!












En fin, un día fantástico que siempre recordaremos!!

Nos sorprendió la noche terminando la visita y buscamos un camping cercano para descansar, pues incomprensiblemente en Croacia la ley no permite la pernocta de las autocaravanas fuera de los campings. 😡


A la mañana siguiente, nos dirigimos al Aeródromo Zeljava, al lado de la frontera con Bosnia. Se trata de un aeródromo abandonado que fue utilizado durante la reciente guerra de Bosnia, y que según había leído, podían visitarse tantos sus hangares excavados en la montaña como un viejo avión Douglas C-47 que allí se encuentra abandonado.
La anécdota de esa visita fue que, a falta de unos 5 kilómetros al punto que marcaba el GPS, se nos puso delante un coche de la Policía Croata circulando a una velocidad extremadamente baja, de modo que decidimos variar a una ruta alternativa en un cruce, saliendo por una dirección distinta a la que eligieran ellos. Efectivamente, los perdimos, pero un poco más tarde me di cuenta que mi elección me llevó a entrar en el aeródromo abandonado por la propia pista de aterrizaje, que estaba repleta de vegetación. Incluso, en varias ocasiones tuve que cortar algunas ramas para no arañar la autocaravana!!

Al final del recorrido, justo en los hangares que teníamos previsto visitar, nos estaban esperando los dos policías del coche patrulla con las puertas abiertas y una sonrisita en la cara... Cuando llegamos a su altura, abrí la ventana y con toda la educación que pude, les estuve diciendo que era un piloto aficionado, apasionado de la aviación, que viajaba desde España para ver un poco de la historia de la zona y que si nos permitían curiosear un poco, no estaríamos mucho tiempo por allí. Después de charlar entre ellos en un idioma desconocido para nosotros, nos permitieron la entrada e incluso nos hicieron varias recomendaciones para aprovechar al máximo la visita, con la condición expresa de no avanzar hacia el este, pues a menos de 200 metros había una frontera prohibida con el país vecino, Bosnia.

Pudimos visitar los tres principales hangares e incluso, rescatar de entre los escombros unos bonitos recuerdos (unas páginas de un manual de mantenimiento de algún avión ruso), y después nos dirigimos a ver el famoso avión, que incluso se puede ver desde Google Maps. 

Estuvimos, durante 15/20 minutos, nosotros solos recorriendo las entrañas del avión, que se encontraba en un estado más que razonable aún a pesar de llevar muchos años allí abandonado, hasta que de pronto llegaron varios coches y un autobús repleto de veteranos de guerra que, según nos dijeron, tenían una actividad programada allí para ese día... Afortunadamente llegamos al avión a tiempo, pues en segundos se llenó de gente y no habríamos podido disfrutar de la visita de la misma manera!!








Toda una experiencia esa visita!!


Nuestro siguiente punto objetivo ya se encontraba en Rumanía: la ciudad de Timisoara. Para llegar allí, teníamos dos opciones principales. La primera era rodear hacia el norte por Croacia y Hungría, más larga pero fácil, y la segunda era tirar en línea recta cruzando Bosnia y Serbia, más corta pero delicada... Por supuesto, elegimos la menos fácil!!


Sobre el papel, esta ruta nos ahorraba unas 4 horas respecto a la otra alternativa, pero realmente casi tardamos lo mismo por los atascos en las fronteras de Croacia-Bosnia, de Bosnia-Serbia y de Serbia-Rumanía. Además, resultaron unas fronteras muy incómodas donde nos miraron con lupa la documentación, los certificados de vacunación Covid, los pasaportes tanto nuestros como de los perritos y nos registraron la autocaravana centímetro a centímetro...

En fin, al final habría compensado si hubiéramos ido por la ruta larga, pues como comprobamos durante nuestro regreso una semana más tarde, todo era mucho más fácil y rápido.






Nada más cruzar a Bosnia, nos encontramos un monumento de recuerdo de la guerra con otro curioso avión que nos resultó muy interesante...








En seguida, nos sorprendió la cantidad de daños que nos íbamos encontrando por proyectiles en fachadas y ventanas en muchas de las casas e incluso iglesias y mezquitas.




Si ya de por sí esos restos visibles de la reciente guerra te sensibiliza sobre lo que se tuvo que sufrir en esa zona, nos cortó la respiración los numerosos carteles que nos encontramos a los lados de las carreteras avisando de terreno peligroso por minas anti-persona!!


Visto lo visto, decidimos atravesar lo más rápido posible Bosnia para probar en Serbia, aunque sospechamos que no mejoraría mucho el panorama...





Efectivamente, nos encontramos con los mismos paisajes o incluso peores, así que nos centramos en cruzar a Rumanía antes de que se hiciera de noche. No nos inspiraban mucha confianza las pequeñas poblaciones que nos íbamos encontrando por el camino y no llevábamos moneda local!!

La "sorpresa" que nos deparaba esa jornada se produjo cuando, a las 11 de la noche, muy cansados tras un largo día, nos encontramos cerrada la frontera que nos pillaba a mano, así que tuvimos que dar un rodeo de unos 60 kilómetros, que en aquellas carreteras serbias supusieron una hora y media más al volante. Finalmente, aunque bastante tarde, conseguimos cruzar a Rumanía y dormir frente al parque de Bomberos de un pequeño pueblecito llamado Jimbolia.


Al día siguiente, estuvimos por fin visitando la primera ciudad en nuestro país de destino: Timisoara.







Así que por fin, tras comprar una tarjeta rumana de datos para el teléfono de Maribel y pasar un relajado día en Timisoara, cogimos de nuevo carretera para terminar la primera semana de nuestras vacaciones en la ciudad donde nos esperaban nuestros grandes amigos Georgiana y Catalín: Buzau. 



Decidimos tirar directamente hasta allí para aprovechar sus consejos y poder visitar de manera más eficiente los lugares más interesantes de este bello país durante nuestro regreso.



En Buzau nos esperaba un abrazo enorme y una grata charla con nuestros amigos, que ya hacía 6 años que no veíamos, de modo que esa noche nos fuimos a la cama con la satisfacción de haber cumplido con uno de los grandes objetivos de este viaje... Además, conocimos por fin a su preciosa hija y nos estuvieron recomendado los lugares que debíamos visitar y cómo hacerlo, para sacarle el máximo partido a los días que estuviéramos por allí... Una gente extraordinaria y una delicia de noche!!


Pues hasta aquí esta primera parte que espero que no haya resultado muy pesada... Pronto continuaremos con la segunda semana del viaje, la más completa e interesante!!

Espero que os esté gustando el relato... Gracias por acompañarnos hasta aquí!! 😏






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