Route 66 - El viaje de nuestra vida - Semana 1 de 3

Corría el mes de noviembre de 1997. Dos jovenzuelos muy ilusionados caminaban juntos a una bonita ermita en la cual confirmarían su compromiso "hasta que la muerte les separara". Esos dos pipiolos terminaron el día de su boda muy felices, pero sin el dinero suficiente para hacer un viaje de novios que hoy en día se consideraría "digno". Lamentablemente, al final sólo pudo ser unos días en Castellón en casa de una prima, una noche en un hotel normalito de Andorra y la promesa de que "algún día", conseguiríamos disfrutar del viaje de novios que merece nuestro feliz matrimonio...


Año 2022. Esos mismos dos "ya no tan jóvenes", comienzan el año de su 25 aniversario de boda con las reservas hechas de todo lo necesario para cumplir con la promesa de disfrutar de su verdadero viaje de novios. Y nada más adecuado para ello que recorrer conduciendo la mítica Route 66 en USA, desde Chicago a Los Ángeles, un viaje que refleja a la perfección nuestro espíritu aventurero, nuestra ilusión por conocer nuevos sitios y nuestra pasión de devorar kilómetros.


Entre las opciones que contemplamos para cumplir este sueño, valoramos el alquiler de una autocaravana, una moto o un coche. Pronto descartamos la primera opción porque en USA no se tiene la misma libertad que en Europa para pernoctar donde te apetezca, por supuesto sin molestar. Al final, también descartamos el alquiler de la moto por tres razones. La primera la escasez de espacio para un viaje tan largo con dos personas en el mismo vehículo. La segunda porque, algunos amigos moteros que ya habían hecho el mismo viaje, nos dijeron que es un viaje de largas rectas, de pocas zonas de curvas y de un calor intenso. La última, la más importante, la dolencia que arrastra Maribel desde hace unos años que, a veces le "regala" un día malo que no le permite montar en moto con seguridad. Así que elegimos alquilar un coche, pero no un coche cualquiera... Eso lo veremos luego!!


Día 1 - Lunes 13 de Junio

El caso es que, salíamos de una pandemia mundial, con mucha incertidumbre latente en el ambiente y, con más nervios que impaciencia, llegó el día señalado, lunes 13 de junio de 2022. Salimos a las 6am de casa, con nuestra hija Nerea al volante de su coche y, acompañados también de nuestra otra hija, Lucía.


Llegamos al aeropuerto sin novedad y, curiosamente en 20 minutos, ya habíamos pasado todos los controles. Hasta el día anterior, debido a la escasez de personal de seguridad, las largas colas provocaron esperas de hasta 5 horas en los controles, de modo que al ser precavidos para evitar perder el vuelo, nos encontramos 4 horas antes de la salida de nuestro vuelo sentados en las incómodas sillas de la T4. Encima, era tan temprano que no todos los restaurantes estaban abiertos, así que tampoco teníamos muchas alternativas, y todas ellas caras hasta lo obsceno... 

Mientras esperábamos dando paseos para controlar los nervios, Maribel me preguntó que si eso de las salas VIP se contrataban o había algo que pudiéramos hacer para entrar en una. En ese momento me acordé que, cuando me di de alta en el RACE había leído algo de las salas VIP de los aeropuertos, así que nos acercamos a preguntar... Nos sorprendimos gratamente cuando, 30 segundos después de llegar a la puerta, estábamos desayunando en un completo Buffett, y todo gratis!! 


Así que, media hora antes del embarque y ya con el estómago lleno, nos sentamos en nuestra puerta para ir cogiendo sitio y poder meter la maleta en los maleteros sin aglomeraciones. En ese momento, Maribel se puso a buscar algo entre su equipaje y, al abrir la funda de la plancha del pelo, se quedó blanca al comprobar que se había dejado un bote de CBD para el tratamiento del dolor, medicina que usa para cuando su enfermedad crónica le regala un día malo. Al tener ese medicamento algo de THC sería temerario embarcarte en un avión a USA con algo así entre tu equipaje, de modo que, por una parte nos quedamos sorprendidos porque hubiera pasado inadvertido en los controles hasta ese momento y, por otra acojonados porque no podíamos arriesgarnos a subirlo al avión así que, con todo nuestro dolor, el bote terminó en la papelera.

A la hora prevista estábamos embarcando, con un cambio de asientos de última hora y pasamos un buen vuelo, con una comida aceptable y un buen surtido de películas recientes.


Unos minutos antes de la hora prevista de llegada estábamos aterrizando y, con una fluidez sorprendente, pasamos los controles y cogimos un transfer para recoger el coche que habíamos contratado. Así que, aunque habíamos previsto que esa tarde estaría más o menos dedicada a llegar a Chicago con posibles retrasos, recoger el coche e ir al hotel que ya estaba también contratado, afortunadamente nos vimos a las 15.30 hora local, sentados en nuestro flamante coche, con toda la tarde por delante y muchas ganas de visitar todo lo que pudiéramos de La Ciudad del Viento.


Lo primero, fuimos a descargar las maletas al hotel y hacer nuestro primer recorrido conduciendo por las carreteras de USA. Fue un auténtico sueño!! Primero, disfrutar de nuestro maravilloso Ford Mustang Convertible de, nada más y nada menos que 450cv de potencia y, en segundo lugar, recorrer esas típicas calles estadounidenses que tan familiares nos resultan por las películas y series de televisión, nos hicieron vivir esos primeros minutos de nuestro viaje con la sensación de que estábamos dando comienzo a la aventura más mítica de nuestra vida!!


El hotel, uno de estos típicos hoteles americanos de habitaciones corridas en dos plantas con tu propio aparcamiento en la puerta de la habitación estaba genial, limpio y muy práctico. Nos pidieron 60$ de fianza en cash, que nos devolvieron al día siguiente.



La entrada al Down Town de Chicago fue mágica, todavía alucinados con el fantástico coche y rodeados de esos impresionantes rascacielos entre medias de los canales y puentes y con unas increíbles vistas al interminable Lago Michigan. 


Aparcamos en un subterráneo justo bajo el Cloud Gate de Chicago (conocida también como la Judía de Plata) y estuvimos recorriendo a pie el parque donde se encuentra esa maravillosa escultura, así como algunos de los puentes sobre los canales repletos de barcos de turistas. Tras hacernos unas fotos en las Alas de Mexico, volvimos caminando justo al lado del parking donde habíamos dejado el coche para visitar pro primera vez la señal de inicio de la Route 66, lugar imprescindible para nosotros.








Antes de llegar a la señal, nuestros móviles se volvieron literalmente locos. Comenzaron a sonar de una forma que sólo habíamos oído una vez, recorriendo las montañas de Transilvania en Rumanía, para avisarnos que estábamos en una zona en la que se habían divisado osos salvajes y que teníamos que ponernos a salvo. En esta ocasión, la alarma nos indicó que se aproximaba un fuerte tornado y que teníamos 15 minutos para ponernos a cubierto. Sin todavía haber reaccionado al mensaje que estábamos leyendo y, como para sacarnos del shock en el que estábamos, comenzaron a sonar por toda la ciudad unas llamativas sirenas. Entonces sí, la gente comenzó a caminar más deprisa y a desaparecer de las calles. Como teníamos algo de tiempo, pasamos por la señal de ROUTE 66 - BEGIN, nos hicimos un par de fotos y nos metimos a una pizzería que había al lado para aprovechar a cenar durante el paso del tornado.




Justo en medio de los rascacielos, el tornado se sintió como una fuerte tormenta que inundó las calles en sólo 20 minutos. El viento hacía vibrar los escaparates de la pizzería y los truenos sonaban como fuertes explosiones inmediatas, sin esperar ningún tiempo tras el rayo. Aún así, cenamos tranquilos, viendo que el resto de residentes se lo tomaban con calma, probablemente porque no era la primera vez que sufrían un tornado.


Una hora más tarde, ya cenados (pizza vegetariana y nuggets de pollo), salimos de nuevo a la calle bajo un tímido sol, aunque con las calles anegadas y llenas de la basura que había desplazado el viento. Recogimos el coche del parking con los pies empapados y nos fuimos a dormir al hotel tras nuestro primer día. Un día muy, muy largo para nosotros, que llevábamos casi 24 horas despiertos, aunque era mayor la ilusión por lo que nos depararía el resto del viaje que el  propio cansancio.


Día 2 - Martes 14 de Junio

Fue una noche larga. Nos acostamos sobre las 9pm y, a las 4am ya era completamente de día. Salimos de la cama a las 6am, con esa rara sensación que te deja el jet lag, con un apasionante día por delante.



Teníamos entradas para ver el rascacielos Chicago 360º View así que, como teníamos tiempo de sobra, nos fuimos a visitar una playa del Lago Michigan. Dimos un paseo mientras hacíamos la primera llamada de muchas a nuestras hijas, sorprendidos por poder probar una playa de arena blanca llena de conchas y un fuerte oleaje, como las que tenemos por aquí, pero... DE AGUA DULCE!!


Poco antes de las 9am estábamos subiendo a lo alto del rascacielos para disfrutar de unas fantásticas vistas de todo Chicago y experimentar el TILT, un mirador que sobresale del edificio mientras se inclina lentamente hacia adelante para ofrecerte una increíble sensación de vértigo. En realidad la experiencia es muy chula pero salimos un poco descontentos porque, después de comprar las entradas en internet, 60$, sólo permitía la subida a la última planta del rascacielos y no incluía la experiencia TILT, de modo que tuvimos que pagar otros 20$ para poderla hacer.





Tras las impresionantes vistas de Chicago, cogimos de nuevo el coche y pasamos por la famosa cafetería Lou Mitchell´s, parada obligatoria en el inicio de la Ruta pero que lamentablemente cogimos cerrada. Unas fotos aquí, otras ya con el coche en el punto de salida y por fin... DIMOS COMIENZO A NUESTRA ANSIADA ROUTE 66!!





Lo primero, abrir la APP que nos habían recomendado para hacer la ruta: Route 66 Navigation. Se trata de una aplicación de pago en IOs (36$) que nos facilitó mucho el viaje, pues podías ir poniendo destinos cercanos o directamente el final en el Muelle de Santa Mónica, que la aplicación te va guiando por la ruta pasando por el camino más original de la Route 66 posible, mientras te va ofreciendo todos los puntos de interés que recomienda que sean visitados, ordenados por iconos (gasolineras, señales, hoteles, restaurantes, lugares abandonados, etc...). Al principio me costó un poco acostumbrarme a la forma de operar de la aplicación, pues puedes ir viendo sitios retirados de la carretera y hacer zoom, pero no lo mantiene en el tiempo y constantemente vuelve a la vista de conducción, pero una vez entendí su funcionamiento, fue la herramienta que más nos ayudó durante todo el viaje. 100% RECOMENDABLE.





Saliendo de Chicago, tras pasar por lugares muy afectados por el tornado del día anterior, hicimos nuestra primera parada, en una licorera, para coger algunas chuches, patatas y un refresco de Dr. Pepper´s con UN 129% DE AZÚCAR!!

En estos primeros compases de la ruta, paramos en TODOS los lugares que la aplicación nos sugería para hacer fotos. Con el tiempo empezamos a darnos cuenta que, si parábamos en todos los sitios, no tendríamos tiempo para hacer la ruta ni en 3 años, así que fuimos poco a poco eligiendo qué sitios merecían una parada y cuáles ser simplemente vistos desde el coche.


Ya habiendo dejado atrás Chicago, quisimos visitar algún asentamiento Amish, de modo que nos salimos de la ruta siguiendo un punto que nos marcaba el Google Maps unas 30 millas fuera. Resultó ser tan sólo una tienda de productos Amish, atendida por personas que no pertenecían a su comunidad. Aún así hicimos unas compras de productos "sugar free" y volvimos al punto donde habíamos dejado la ruta.



Una de las cosas que me gustó de la aplicación que estábamos usando era que, si abandonabas la ruta, no te dirigía al mejor punto más adelante para seguir con ella, sino que insistía hasta recuperar el punto en el cual la habías dejado. Como yo tenía la obsesión de no perderme ni una pulgada de la famosa Route 66, me encantó que la APP que había elegido tuviera mi misma filosofía de viaje...



Había preparado para ese día 200 millas (o no?? Ya lo veremos después...), así que seguimos adelante, parada tras parada, hasta la hora que decidimos parar a comer, en la localidad de Joliet. Comimos en una gasolinera que tenía una tienda enorme, con varios restaurantes dentro, y allí compramos nuestra primera chapa metálica de la 66. 

Una vez dimos buena cuenta de la comida (hamburguesa de pescado, aros de cebolla y patatas), continuamos nuestro viaje. 

Una de las decenas de paradas en puntos de interés, la hicimos en un mítico restaurante en Douglas con imágenes de personajes en el exterior como Marilyn, Elvis, James Dean, etc... Aprovechamos para tomarnos un "ice cream" y un "milk shake" dentro, rodeados de la entrañable decoración de los bares de carreteras norteamericanos de los años 50. En ese momento fue la primera vez que fuimos conscientes de estar por fin viviendo un sueño!!





    


Volvimos de nuevo a la carretera, bien fresquitos tras la original parada y seguimos visitando los sitios propuestos por la APP por cada rincón. A la altura de Towanda, vimos un garaje abierto con varios coches antiguos en la puerta que no aparecía en la APP, pero igualmente, paramos a verlo. 










Nos recibió Joe, propietario del JOE´S GARAGE, que muy amablemente nos estuvo enseñando las joyas que tenía dentro del garaje y en una explanada de césped en la parte trasera del edificio. Nos estuvo explicando las restauraciones que había hecho en algunos modelos, las que tenía pendiente hacer y, en concreto, nos enseñó un coche de carreras que tenía intacto tras el accidente mortal del piloto que lo conducía, y que no tenía intención de tocar. Fue la primera gran charla con un mítico propietario de un garaje de la Route 66 y que terminó al recomendarnos Joe un restaurante para cenar en Springfield, el lugar elegido para pasar la primera noche en ruta. Gran tipo y gran recuerdo el que nos llevamos de esa parada!!






Llegamos sobre las 21h a Springfield, lugar de nacimiento de Abraham Lincoln, y pasamos por el hotel que habíamos reservado durante la comida por Booking (60$) a dejar las maletas. Después, fuimos al restaurante que nos había recomendado Joe, MotorHeads. Fue una pasada!! Música en directo, ambiente muy americano, coches de carreras por los tejados, mesas repletas de grandes platos y una decoración extrema que nos hizo sentirnos como Paco Martínez Soria en medio de Madrid, mirando cada rincón con cara de asombro. Cenamos unos champiñones rebozados y unas gambas rebozadas con coco que nos encantaron.



No queríamos que ese fantástico día terminara nunca, pero estábamos tan reventados que nada más terminar la cena nos fuimos de nuevo al hotel. Mientras aparcábamos delante de la puerta de nuestra habitación, unas luciérnagas nos dieron un inesperado espectáculo, como guinda de un día inolvidable, de los más increíbles de nuestra vida!!

Día 3 - Miércoles 15 de Junio

Amanecimos suavemente a las 7am con una sonrisa en la cara al imaginar lo que nos tendría preparado ese nuevo día y una llamada de teléfono de nuestra hija mayor, Nerea, nos sacó del sueño con un bofetón en los morros: su coche estaba ardiendo y había llamado al 112 para que fueran los bomberos a apagarlo.

Búsqueda urgente de la póliza del seguro (a mi nombre, con ella como autorizada) para dar parte, preparar el servicio de grúa y hablar con el taller... En fin, que nos pusimos en ruta con la preocupación de lo que había pasado y, aún peor, lo que podía haber pasado.

Llenamos nuestro primer depósito de gasolina (60$) a 5,25$ el galón.

A la salida de Springfield, salimos de la ruta para ver uno de los puentes que aparece en la película de Los Puentes de Madison, una preciosa estructura de madera cubierta sobre el Sugar Creek. Un sitio maravilloso, rodeado de ardillas, prados verdes y pura naturaleza.


Volvimos a retomar la ruta, justo en un punto en el que volvimos a parar de nuevo, esta vez en nuestra primera tienda de antigüedades... Fue una delicia charlar un rato con los dueños y, tras dejarnos 40$ en mi gorra oficial de la R66 y algunos recuerdos más, proseguimos de nuevo hacia el oeste.

Continuamos por la ruta, parando en cada lugar que veíamos interesante, hasta detenernos en un supermercado para economizar un poco y comer ese día con un poco de embutido, queso, pan y bebidas.  También nos sorprendió que allí los bancos disponen de cajeros automáticos en los que puedes hacer todas las operaciones desde el coche sin bajarte, como si se tratara de un restaurante de comida rápida.

En Mount Olive, en una de las incontables paradas que hicimos, coincidimos en una gasolinera/museo con dos motoristas alemanes que también estaban haciendo la Route 66 en sendas Harleys y que nos iríamos encontrando por todo el camino hasta pasadas Las Vegas. Hicimos también una bonita amistad y más adelante, nos alegrábamos mucho al vernos, mientras nos dábamos un fuerte abrazo.



Un detalle a comentar es la calidad humana de los habitantes de esas pequeñas poblaciones del interior de USA. Una señora que conducía su coche frente a la gasolinera, nos vio saludándonos con los alemanes e intercambiándonos fotos y detuvo su coche para hacernos las fotos ella misma. Nos estuvo explicando quién era el dueño de ese museo, los años que llevaba abierto y la importancia de transmitir la esencia de la Route 66 a todos y cada uno de los viajeros que pasábamos por allí. Un encanto de mujer!!



Continuamos nuestro viaje con más paradas, casi todas las de ese día junto a nuestros nuevos amigos alemanes visitando, entre otros sitios, las sillas más grandes del Estado de Illinois y el Henry´s Rabbit Ranch, un bonito santuario de recogida y cuidados para conejos abandonados. Mantuvimos de nuevo una interesante charla con Henry, también un amante de vehículos Volkswagen que los tenía de todos los modelos, repartidos por la finca por todos los lados. Compramos una señal original de la Route 66, de las que se ponen por las carreteras, alguna cosilla mas y volvimos de nuevo a la carretera.


La siguiente parada la hicimos en el Old Chain of Rocks Bridge, un viejo pero monumental puente de más de 2 kilómetros de largo que cruza el majestuoso Mississippi que está cerrado al tráfico, pero se puede recorrer a pie. Fue una pasada ver pasar ese tremendo río, no sólo por su tamaño, sino por su abundante corriente, desde el mejor sitio posible.



A la salida del puente, de nuevo nos encontramos con los moteros alemanes, así que otro abrazo más y otras fotos juntos. Nos recomendaron que, en St Louis, debíamos cruzar al otro lado del Mississippi para hacer fotos del Gateway Arch que envuelve completamente el Sky Line de la ciudad. Finalmente, antes de marcharnos de allí, hicimos breve una parada en un pequeño mirador desde el que se veía el puente que habíamos recorrido para hacer unas fotos y de nuevo proseguimos la marcha.


Pasamos del estado de Illinois al de Misouri, algo que percibimos al ver que las señales de la Route 66 Original pasaron de ser marrones a azules. Llegamos pronto a St Louis que es, junto con Chicago y Los Ángeles, la tercera gran ciudad que atravesaríamos a lo largo de nuestra ruta. Nada más llegar, entramos por unos barrios muy feos que mostraban mucha pobreza y, dedujimos que también mucha delincuencia. No nos sentimos nada seguros para parar en ningún sitio, de modo que continuamos hasta el parque donde se encontraba el Gateway Arch, pero del otro lado del río, como nos habían recomendado nuestros amigos. Fue lo único que sacamos de esa ciudad, unas bonitas fotos de su Sky Line.

Continuamos de nuevo, tras una breve parada para coger unas bebidas, a nuestra rutina de paradas constantes en murales y otros sitios curiosos. Uno de esos sitios fue en el pueblo de Saint Clair, en el que tenían dos depósitos de agua, una de fría y otra de caliente. En otra de las paradas, vimos una enorme serpiente atropellada, algo que nos hizo darnos cuenta que estábamos entrando en territorio de serpientes.


Los días nos cundían mucho, así que antes de llegar a Stanton, nos desviamos para ver si podíamos visitar las cuevas de Meramec Caverns, lugar en el que el famoso delincuente Jesse James se escondió de sus captores durante varios días. La visita a la cueva fue espectacular… A la entrada preguntamos si había algún descuento por minusvalía y nos dijeron que no, que los únicos descuentos los hacían sólo a los veteranos de guerra. 




Pudimos ver una increíble colección de Estalactitas y Estalagmitas de una antigüedad superior a 35 millones de años. En la parte final de la visita, nos proyectaron un vídeo sobre los valores norteamericanos sobre una pared llena de Estalactitas con el himno de los Estados Unidos de fondo, todo muy patriótico.

Salimos de la cueva helados de frío. Nos metimos en el coche, agradecidos del calorcito que tenía, y continuamos nuestro camino hacia Sulivan. A la entrada del pueblo vimos un campo de béisbol en el que unos adolescentes estaban jugando, de modo que nos quedamos mas de media hora viendo el partido… Un rato muy agradable!!


La última parada del día fue en Cuba. El nombre viene de que hace mucho tiempo un matrimonio montó una tienda en un terreno aislado que tenía dentro una oficina de correos. Para poder abrir la tienda tenían que ponerle un nombre a la oficina y, como sabían que existía una isla llamada Cuba, pusieron en una tabla Cuba por un lado y Amanda, el nombre de la mujer, del otro. La tiraron al aire y... os imagináis lo que salió?? Se trata de un pueblo precioso, muy destacado en la ruta por sus impresionantes murales temáticos. Finalmente elegimos para dormir el Hotel Inn Cuba por 67$ la habitación. Un Hotel muy recomendable!! Hicimos una breve cena tras pasar por el supermercado y a dormir tras otro día muy, muy completo!!



Día 4 - Jueves 16 de Junio

Amanece el día más fresco y nublado hasta la fecha. Salimos desde Cuba, donde dormimos y la primera parada fue para ver la segunda mecedora más grande del estado de Missouri, mientras que una tremenda locomotora pasa al lado pitando. Unos momentos después, pasamos por otro bonito puente metálico original de la antigua Route 66.


A media mañana, hicimos una de las paradas más curiosas de esa semana en el centro de diversión Uranus. Se trataba de un rincón muy decorado de espectáculos antiguos, un circo, una cárcel, y algunas tiendas con curiosidades como por ejemplo, la hebilla de cinturón más grande del mundo corroborado por el libro Guinness de los récords. En una de esas tiendas tuvimos un encuentro con una pareja Amish a la que fotografiamos a escondidas, pues nos llamó mucho la atención su indumentaria y comportamiento.




Este día, se nos ocurrió llevar a cabo la idea que nos dieron de comprar una nevera, de modo que paramos en un supermercado Dollar General y compramos una de corcho. La llenamos de bebida y de hielo, así como algunos alimentos como embutido y queso y fue la mejor idea que tuvimos hasta la fecha!!


De nuevo, volvimos a parar en otra tienda de antigüedades, en este caso una nave enorme, en la que disfrutamos viendo objetos muy curiosos y charlando con los propietarios. Encontramos una bandera estadounidense muy raída del año 59, llamada la Bandera de Alaska por ser el último estado en entrar y tener 49 estrellas y, tras una convencer a los dueños, conseguimos llevárnosla (50$). También compramos alguna chapa de la R66.






Salimos de la tienda y pudimos experimentar el placer de abrir el maletero del coche y coger un refresco fresquito. En mi caso, una lata de Dr. Pepper, esta vez sin azúcar.


De nuevo en ruta, por supuesto con nuestras constantes y entretenidas paradas, entramos en el segundo Springfield de la ruta. En esta ocasión, cambiamos un poco del estilo de comida y paramos a comer en un bufete asiático donde nos pusimos las botas a comer por sólo 29$.


Tras una nueva parada a repostar (53,34$), continuamos hacia la parada más interesante de ese día: La Estación de Servicio de Gay Parita.





Un sitio espectacular, con una decoración extrema y Douglas, el dueño, muy amable. Estuvimos charlando un rato con él y le compramos algunas matrículas antiguas (10$). Justo en la puerta de la estación, había una señal pintada en el suelo de la Route 66, de modo que nos tiramos un buen rato haciéndonos fotos…


El siguiente pueblo que nos encontramos fue Carthage (Missouri), donde nos encontramos una grúa Pick-up muy parecida a la de la película Cars, de Disney. Estaba en la puerta de un local de objetos típicos de la R 66 donde el dueño, Mickey, nada más vernos parar, nos invitó a pasar a su recinto para firmar su libro de visitas y charlar un rato con nosotros. Un tío majísimo!! Nos estuvo enseñando todo lo que tiene allí, incluyendo unas fotografías de un bonito Ford T que aún posee desde que lo comprara nuevo su padre en el año 1910. Otra visita inolvidable!! Compramos una matrícula antigua, nos regaló otra más y algunas fotos antiguas y, de nuevo seguimos nuestro camino.


La siguiente parada la hicimos en Joplin, último pueblo de Missouri, donde paramos a hacer unas fotos a un bonito mural y nos encontramos un original mercadillo con puestos muy curiosos: algunos publicitaban a su candidato para sheriff, otros vendían productos artesanales y, el que más nos sorprendió, un grupo de veteranos de guerra con un aspecto que daba miedo tenían en una urna un fusil de asalto decorado con un vinilo de la bandera de Estados Unidos que sorteaban para sacar dinero para ayudar a los veteranos de guerra con problemas psicológicos, y no era un fusil decorativo, sino totalmente funcional!!


Cruzamos a Kansas, el estado con el recorrido más corto en todo el viaje, solo 13 millas.

Nada más entrar a este nuevo Estado, cruzamos el pueblo de Galena, donde en la estación de servicio Four Women están expuestos algunos de los coches originales que sirvieron de inspiración para la película de Disney, Cars. Este sitio está regentado por cuatro mujeres que también forman parte de la película, pues tienen un personaje inspirado en cada una de ellas. Estaba cerrado, de modo que unas fotos y a seguir adelante.


Unos metros más adelante paramos en la estación Gearhead Curious, donde su dueño Aaron nos recibió con los brazos abiertos. Nos estuvo contando cómo había dejado su trabajo de toda la vida para dedicarse completamente a este negocio, cuya tienda estaba llena de productos personalizados con su marca relativos a la Route 66. Nos estuvo enseñando el mural que había creado con una bandera hecha con matrículas. También tenía un apartado en el interior con matrículas extranjeras, de modo que les prometimos que les enviaríamos una matrícula española para que la pudiera exhibir también allí. Nos compramos unas camisetas (44$) y continuamos nuestra ruta.


Entramos en Oklahoma.

Lo primero que nos llamó la atención al entrar en este estado fue la cantidad de negocios de compraventa de armas que había por todas partes. Oklahoma significa "caras rojas", nombre que se tomó porque este territorio pertenecía a los indios Ouapaw.


Mientras anochecía, hicimos la última parada del día en un lugar mítico de la Route 66: La Ballena Azul.

La historia de ese decadente escenario es muy bonita, pues su constructor, Hugh S. Davis lo construyó como regalo a su esposa Zelda para su aniversario de bodas, tras retirarse como director del zoológico de Tulsa. Actualmente se encuentra en un estado deplorable, pero sigue manteniendo el espíritu intacto como uno de los puntos de parada obligatoria en la Route 66.



Ya bien entrada la noche, fuimos al Hotel que habíamos reservado por Booking y nos encontramos que era una basura de Hotel, con un olor espantoso y las cucarachas corriendo por las habitaciones, de modo que anulamos la reserva y nos buscamos otro Hotel mejor, que no tardamos en encontrar (67$). Nos acostamos de nuevo rendidos, con la sensación habitual de que de nuevo ese día había durado más de una semana!!

Día 5 - Viernes 17 de Junio

De nuevo comenzaba nuestro día temprano, a las 7:00 de la mañana. Después de llenar la nevera con el hielo del Hotel, salimos dispuestos a recorrer las 160 millas de ese día. Comenzamos con varias paradas en estaciones de servicio saliendo de la ciudad. Una de ellas tenía un enorme tren antiguo y una torre petrolífera y estuvimos un buen rato haciéndonos fotos nosotros solos. Debe ser un sitio con mucha afluencia de gente, pues vimos que tenía un enorme aparcamiento justo al lado.





Más adelante, de nuevo paramos a ver uno de los famosos gigantes de la Route 66, que en esta ocasión mantenía su cohete original y aún no ha sido cambiado por comida como muchos otros.

Saliendo de Sepulpa, vimos nuestra primera bomba extractora de petróleo trabajando, y paramos para hacer la gracia…

La siguiente parada la hicimos en Chandler, en un centro de interpretación de la R66.

En este centro hay una cama donde te tumbas delante de un cine y te muestran la historia de la ruta. El problema es que solo se emite en inglés y el dueño nos permitió visitar el centro de forma gratuita sin acceder al cine pues Maribel no se iba a enterar de mucho. En la tienda compramos otra chapa y algunas fichas de póquer personalizadas (16$). Mientras salíamos, disfrutamos de otra escena frecuente en todo el viaje con un Motero arrancando su Harley, poniendo la música a todo volumen y alejándose con ese sonido tan auténtico… Lo grabamos como recuerdo!!


Continuamos nuestro viaje y, un par de millas antes de llegar a Arcadia, hicimos la que yo considero mejor y más auténtica visita a uno de los lugares más emblemáticos de toda la Route 66: John Hardgrove Garage.








Estuvimos cerca de tres horas en ese lugar donde el mismo John en persona nos estuvo mostrando todo lo que tenía. Comenzamos en su taller donde nos enseñó el Hot Road que estaba modificando y seguimos por su museo, su taberna (en el que insistió varias veces que cogiéramos lo que nos apeteciera de beber totalmente gratuito), y la planta de arriba de ese edificio donde tenía medio Volkswagen Beetle incrustado en la fachada. Nos estuvo contando sobre su etapa como constructor de aviones, mostrándonos unas fotos antiguas con algunas de sus obras. Nos estuvo enseñando lo que él llamaba su "Moto", un trike de dos asientos en línea con un enorme motor Chevrolet con un aspecto muy original aunque, a mí se me iban los ojos a una T1 decorada como en la película Cars que tenía justo al lado. Nos mostró varias naves más repletas de cosas, objetos rarísimos, trozos de aviones y su joya principal, un Hot Road de los años 30 que tenía en perfecto estado. Nos contó una bonita historia sobre el remolque que construyó con sus propias manos para llevar con ese coche y que, tras un divorcio doloroso, tuvo que vender obligatoriamente. 30 años después, se cruzó por la calle con una persona que dijo ser el que poseía ese remolque y que lo tenía puesto a la venta, de modo que pudo recuperarlo y nos lo mostró muy orgulloso.





En fin, un tipo genial del que pudimos disfrutar un buen rato. Nos dió mucha lástima porque toda esa historia va a perderse con él, pues nos estuvo diciendo que sus hijos no tienen ningún interés en mantener todo lo que allí tiene… Finalmente, nos indicó cómo entrar a un pequeño tramo de la Route 66 original que se encontraba allí cerca, en el que podríamos circular por un asfalto auténtico y ver un monolito muy antiguo que se mantiene intacto.


Cuando entramos en ese tramo original, nos cruzamos con un vecino de la zona que conducía un enorme cortacésped y de nuevo se paró a charlar con nosotros. Nos estuvo enseñando el monolito original, contándonos su historia, y nos explicó que él era un amante de la Route 66 y había trasladado su residencia desde Chicago a justo ese sitio unos pocos años antes pues por la puerta de su actual casa había circulado la mayoría de los estadounidenses durante gran parte de la historia de ese país. Otro tipo genial!!

Hasta ese momento, la mañana estaba resultando espectacular, de modo que paramos en Oklahoma City para comer un rico pescado en un restaurante mexicano (40$) y seguir adelante, esperando que la tarde estuviera a la altura.

Tras comer, hicimos algunas paradas para repostar (63,82$), para coger la cena (17$), una tienda de antigüedades y un Walmart para comprar unos botes de pintura en spray (14$).



Efectivamente, como nosotros pensábamos, la tarde también nos tendría preparada una bonita sorpresa. Entrando en Weatherford, no se encontramos una espectacular exhibición de coches clásicos por todo el pueblo. Flipante!! Olor a gasolina por todas partes, sonidos de tubos de escape espectaculares y acelerones increíbles en medio de calles abarrotadas de gente. Más de una hora pasando todo tipo de coches y camiones antiguos, a cada cual más espectacular.


Proseguimos nuestro viaje hasta Clinton, donde teníamos intención de entrar en el museo dedicado a la ruta 66 pero lo encontramos cerrado. Unas fotos desde el exterior y continuamos hasta el Hotel que habíamos reservado en Elk City, el Flamingo Inn (53$). Una cena frugal y a descansar.

Día 6 - Sábado 18 de Junio

Este fue el primer día en el que empezamos a notar el cansancio, de modo que salimos del Hotel un poquito más tarde de lo habitual, sobre las 8:00 a.m. Hicimos una parada rápida para comprar agua y nos pusimos en ruta en dirección a Erick, donde hicimos varias paradas interesantes. 



La primera parada fue en una réplica de la cárcel del pueblo que se podía visitar. Un sitio estremecedor, con algunas fotos de personas ejecutadas en su interior!!


Posteriormente, entramos en otro peculiar sitio cuyo dueño, Harley Annabelle no fue capaz de definir ni como Tienda ni como museo. Tremenda la cantidad de objetos que allí tenía!! Nada más entrar, nos dijo que teníamos total libertad de hacer fotos y vídeos y, en un momento determinado, nos pidió nuestro móvil para hacernos unas fotos él mismo. Un tipo muy peculiar, con su peto vaquero sin nada debajo y una enorme barba blanca, amigable como todos los que nos habíamos encontrado hasta ese momento, pero un poco más loco que el resto, ja ja ja…




Poco después, entramos en el estado de Texas. El primer pueblo que encontramos era Shamrock, donde paramos en la estación de servicio Conoco, famosa por aparecer en la película Cars. En su interior, una tienda cuyos precios nos parecieron desorbitados tenía el mueble original de la oficina de correos del pueblo que nos encantó. La dueña nos pidió firmar el libro de visitas y señalar en un mapa nuestro lugar de procedencia con una chincheta.



Seguimos de nuevo nuestro viaje hacia Groom, donde nos encontramos con un depósito de agua antiguo muy inclinado, como si se fuera a caer. Leyendo la historia de ese depósito, parece ser que se construyó originalmente así de inclinado para que los viajeros pararan a preguntar en la estación de servicio de al lado y de paso gastaran allí su dinero.

Nuestro libro de ruta nos indicaba que cerca de allí se encontraba la cruz cristiana más grande de todo el país, así que dimos un pequeño rodeo para visitarla. Bajo la cruz, se encontraban varios pasajes de la Pasión de Cristo y una representación de la Santa Cena. Todo muy exagerado!!


Seguimos nuestra ruta hacia otro de los lugares míticos de este viaje: Amarillo.

Poco antes de entrar en esa curiosa ciudad, pasamos por una granja abandonada que tenía cinco Volkswagen Beetle medio enterrados, imitando claramente al Cadillac Ranch que más adelante visitaríamos y que la gente también se dedica a pintar con pintura en spray. Hicimos una visita rápida y continuamos nuestra marcha hacia el Hotel que habíamos reservado: El Big Texan Steak Ranch, para descargar y visitar toda la zona (191,98$).




La habitación nos encantó, sin duda la mejor de todo el viaje!! El Hotel es lo más friki y americano de todo lo que hemos visto en nuestro viaje. Reúne todos los estereotipos que nos llegan de allí, con un restaurante en el que los comensales pueden intentar superar la prueba de comerse un menú bestial con, entre otras cosas, un filete de 2kg de carne, en menos del tiempo establecido, 1h. Si lo consigues, la comida te sale gratis, pero si fallas, tienes que pagar lo que has comido, nada menos que 76$+Tax. Por supuesto, reservamos una mesa y comimos en ese restaurante. 



Nada más entrar, nos recibió una decoración extrema de cráneos de animales disecados, sombreros vaqueros y rancheros y camioneros con la intención de llenar su estómago. Afortunadamente, en la carta habían opciones sin carne, de modo que comimos unos champiñones rebozados y unos pescados empanados. 


Durante nuestra comida, hubo un par de atrevidos que intentaron superar la prueba del menú especial, así que los subieron a un estrado y, en el momento en el que le pusieron el plato delante, pusieron el cronómetro a cero. Ninguno de ellos fue capaz de conseguirlo!!


Curiosamente, nos contó el camarero que en una ocasión una mujer fue capaz de comerse tres menús completos en menos de una hora. Algo salvaje, viendo la cantidad de comida que supone cada menú. El precio de nuestra comida fue elevado (84,70$) pero sin ninguna duda mereció la pena la experiencia.


Cuando salimos de comer, totalmente hinchados, nos dirigimos al famoso Cadillac Ranch, donde 12 Cadillac permanecen semi enterrados y es costumbre pasar por allí y pintar un poco con sprays para dejar tu huella. De camino a allí, pasamos por una calle en la que todas las tiendas eran de antigüedades, así que dedicamos un par de horas a recorrerlas todas ellas mientras hacíamos una pesada digestión. Aunque no compramos nada en ninguna de esas tiendas, pues los precios de las antigüedades en Estados Unidos son bastante elevados, en algunas de ellas nos regalaron pequeños detalles como pines o pegatinas que les agradecimos cordialmente. De nuevo estuvimos un buen rato charlando con los dependientes de todas las tiendas y, en una de ellas, nos comentó la encargada que su modelo de negocio era alquilar pequeños rincones de la tienda a propietarios particulares para que pudieran allí vender sus objetos. Ella y todo su equipo de vendedores atendían toda la tienda por igual pero dependiendo el sitio en el que se encontraba el objeto que querías comprar, en realidad lo estabas comprando a uno u otro propietario. Algo muy curioso que nunca hemos visto aquí en Europa!!

Cuando finalmente llegamos al Cadillac Ranch, un fuerte viento nos impedía usar correctamente los sprays de pintura, de modo que decidimos dejarlo para la mañana siguiente, pues nos pillaba de camino. De regreso al Hotel, paramos en una tienda de botas donde nos estuvimos probando unos sombreros vaqueros que nos gustaron… No compramos nada pero nos hicimos una idea de lo que buscábamos!!



Una vez en el Hotel, nos quedamos un par de horas sentados en las mecedoras del restaurante viendo a la gente pasar, mientras esperábamos a que anocheciera para hacer la última sesión de fotos. Entramos en la cama reventados, como siempre.


Día 7 - Domingo 19 de Junio

Salimos del Hotel a las 8:00 a.m. y fuimos directamente a dejar nuestra huella en el Cadillac Ranch. Estuvimos más de una hora entretenidos, pintando varios trozos de coches y dejando algunas dedicatorias a amigos y familiares. En realidad son huellas efímeras, pues dos minutos después de hacer nuestras pintadas, ya teníamos a un chaval pintando encima de ellas su firma, ja ja ja…





Continuamos hacia el oeste y, unas pocas millas más adelante, dimos con otro punto de parada obligatoria: Midpoint Route 66. Se trata el punto medio exacto de la Route 66, donde en un auténtico bar de carretera desayunamos unas tortitas con Sirope, café y zumo (14$). También aprovechamos para comprar unas camisetas y hacer unas cuantas fotos.



Nada más salir de ese auténtico lugar, de nuevo cambiamos de Estado, cruzando ahora a New Mexico.


En este tramo, la carretera original desaparece y hay que pasar algunas millas por la autopista I-40. Aún así, nuestra APP nos hacía salir de la autopista para llevarnos a los puntos de interés que nos iba proponiendo para posteriormente volver a entrar, de modo que visitamos algunos pueblos fantasmas, estaciones de servicio, carteles abandonados y algún museo interesante, como uno que visitamos unas millas antes de Tucumcari.



Continuamos con unos paisajes cada vez menos verdes y más secos hasta la entrada de Tucumcari, donde tuvimos nuestro primer encontronazo con la ley. Íbamos circulando lentamente por una carretera de seis carriles, tres de ida y tres de vuelta, mientras íbamos viendo la decoración de tiendas y estaciones de servicio cuando se nos pegó mucho un enorme todoterreno con unas defensas delanteras monstruosas. Enseguida sospeche que pudiera ser un policía, pero no pude corroborarlo hasta que se detuvo detrás nuestra al hacer una parada para fotografiar un teepee indio.

Por el espejo retrovisor observé que era el coche del shérif y que salía un policía, abría la puerta trasera de su coche, se enfundaba un enorme revólver y una porra policial y, lentamente se aproximaba a la ventana del acompañante para asomarse tímidamente, con la mano derecha apoyada en su pistola en fundada. Inmediatamente, seguí las instrucciones que me habían recomendado de no hacer ningún movimiento, con las manos al volante y decir antes que nada que éramos europeos y que estábamos de turismo. El policía indicó que suponía que éramos turistas por la lentitud con la que avanzábamos y que el motivo por el que nos había parado era porque habíamos pisado ligeramente la línea de nuestro carril en dos ocasiones (algo de lo que estoy casi seguro que no era cierto). Nos dijo que lo dejaba pasar por esta ocasión y que tuviéramos cuidado en nuestro viaje. Nos pusimos en marcha y el sheriff nos siguió hasta que salimos del pueblo, momento en el que se dió la vuelta para buscar su siguiente objetivo. Claramente, lo que nosotros entendemos que quiso hacer fue intimidarnos y marcar su territorio...

Seguimos nuestro viaje hasta llegar a Santa Rosa. En esta ocasión, a mediodía nos tocó algo de comida rápida en un McDonalds, para intentar economizar un poco los gastos (17,44$). Tras la comida, fuimos a ver el Blue Hole, una de las numerosas piscinas naturales que hay en la zona y que estaba abarrotada de gente bañándose e incluso buceando con botella presurizada. Justo al lado, vimos un gran lago también repleto de atracciones acuáticas llenas de gente. Un rinconcito muy agradable en medio de un paisaje cada vez más desértico.




Tras el agradable paseo por las piscinas naturales, seguimos hasta Las Vegas de New Mexico, donde en la plaza central tenían un espectáculo de música tradicional latina en directo (rancheras) y una exhibición de coches tunning, a cuál más estrafalario. 


Continuamos en dirección a Santa Fe, por una carretera repleta de avisos de incendio y bomberos de aquí para allá. En realidad no vimos ningún fuego ni olimos el humo, pero debía haber algo por allí… Entramos en la ciudad bajo un tremendo aguacero. Incluso, tuvimos que detenernos en una gasolinera porque el limpiaparabrisas no daba a basto para poder ver.


En plena tormenta, conseguimos aparcar en el centro de Santa Fe y dimos un paseo por los soportales tan típicos de esa ciudad. También entramos en una tienda de souvenirs donde compramos una sudadera y algunos escudos de la Route 66 (41,17$). Justo cuando nos íbamos, dejó de llover y comenzó un espectáculo de música en directo en la plaza, pero no nos daba tiempo a quedarnos, pues el Hotel lo habíamos contratado en Albuquerque.

De nuevo nos recibió Albuquerque bajo una intensa lluvia y la ciudad completamente oscurecida, de modo que fuimos directos al Hotel que contratamos, el Extended Stay en el barrio del aeropuerto (81$+200$ de fianza). Cuando subimos a la habitación, nos llevamos la desagradable sorpresa que la habitación no estaba correctamente limpia, incluso con pelos en las sábanas, pero era tan tarde y estábamos tan cansados que decidimos no cambiar de Hotel. Al final, el desahogo de una mala reseña en Google y otra en Booking y el aprendizaje de no volver a contratar esa cadena de Hotel en el resto del viaje.

Nos echamos a dormir vestidos encima de la manta de viaje de Iberia, pues nos dio mucho asco la suciedad de la cama, pero como estábamos agotados, al final dormimos del tirón.

Y hasta aquí la primera semana de nuestro gran viaje. En breve seguiremos relatando las dos semanas restantes. Esperamos que os esté gustando el relato!!


Dani y Maribel







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Gracias Otto!!!