Escapada a New York - Parte 2 y última


Día 4


Para este día, la idea era que nuestros amigos visitarían el portaaviones Intrepid, atracado en el río Hudson, mientras que nosotros subiríamos al siempre impresionante Empire State. Decidimos acompañarles hasta el barco, para luego regresar al actual edificio más alto de Manhattan (por poco tiempo, pues el nuevo World Trade Center en construcción tiene previsto ser mucho más alto). De camino hacia el portaaviones, pasamos por la famosa Central Station. Estuvimos paseando por sus laberínticos pasillos hasta dar con una sala cuya cúpula tiene una acústica especial, que permite comunicarse susurrando desde una esquina hasta la opuesta. Era entre diario, y se notaba por el continuo ir y venir de pasajeros de un lado para otro. 


Por fin, tras dejar a nuestros amigos en el barco, llegamos a la taquilla del Empire State y escogimos la entrada estándar, que comprende subir hasta el observatorio encadenando dos ascensores, el primero de 80 plantas y el segundo de otras 6.


Qué decir de la sensación?? Pues que te sientes el amo del mundo!! Allí arriba se tiene acceso a decenas de kilómetros a la redonda... Se pueden observar todos los barrios uno a uno, los alrededores e incluso en el horizonte, la Estatua de la Libertad. Estuvimos recorriendo durante dos vueltas completas cada lateral del mirador y dedicando media centena de fotos disparadas en todas las direcciones.



Cuando salimos del Empire, pusimos rumbo hacia el ferry de Staten Island, al sur de Manhattan, donde habíamos quedado con nuestros amigos. Decidimos ir en metro para no llegar muy tarde, pero una vez en la estación, me acordé que en la entrada del rascacielos me obligaron a dejar en consigna el trípode de la cámara y se me había olvidado recogerlo, así que me di una carrera a recogerlo, mientras Maribel me esperaba mirando una tienda.



Llegamos preocupados al lugar acordado debido a nuestro retraso de media hora causado por mi olvido del trípode, pero nuestros amigos habían tenido otro problema con el transporte y llegaron mas tarde que nosotros. Tras una rápida comida en la estación del ferry, cogimos el barco hacia Staten Island, para ver de cerca a la carismática Estatua de la Libertad. Por fin pudimos presenciar el símbolo más conocido de los EEUU en primera persona, así que le dediqué a la ocasión otra numerosa tirada de fotos. Entre tanto rascacielos gigante, la estatua se nos hacía pequeña, pero no pude dejar de sentir emoción por  verla tan de cerca...



Me habían recomendado los perritos calientes que reciben a los viajeros del ferry desde la cercana isla neoyorquina  así que pedimos unos y la verdad es que no defraudaron... Inmediatamente, y ya que no teníamos mucho interés en el resto de la isla, cogimos el ferry de regreso para volver al centro de la ciudad.
Según volvíamos a la Gran Manzana, vimos a nuestra derecha un par de goletas atracadas en el Pier 17, muy cerca del puente de Brookling, así que nos acercamos para echar un vistazo y poder dedicar unos minutos a fotografiar el famoso puente.



Unas docenas de fotos después, caminamos hacia el Financial District y nuestros amigos decidieron retirarse a descansar al hotel. Nosotros quisimos continuar nuestro paseo en dirección a las cercanas Chinatown y Little Italy. Como lloviznaba y era noche cerrada, y ante nuestro desconocimiento del posiblemente peligroso barrio chino, tan sólo recorrimos las avenidas principales. Aún así, nos sorprendió el extenuante ajetreo de sus habitantes y sus extraños comercios en los que costaba averiguar si lo que se venden son alimentos, productos de belleza o cualquier otra cosa rara...



El paseo lo terminamos cenando en un pequeño y acogedor restaurante italiano de la Pequeña Italia, donde pudimos degustar unos sabrosos platos de nuestra querida dieta mediterránea  Cuando nada más sentarnos, nos pusieron un cuenco pequeño de aceite de oliva virgen con unas piezas de pan para mojar, casi se nos saltan las lágrimas!! Maribel se zampó un platazo de espagueti a la marinera y yo una pizza que no cabía en el plato y que, con todo el dolor de mi corazón, el último triángulo fui incapaz de hacerme con él. Todo ello acompañado con música española de fondo y una agradable conversación con los amables camareros...
Contentos, cansados y satisfechos del día, decidimos regresar al hotel para descansar, pues el día siguiente prometía ser bastante duro...

Día 5

The shopping day!!

Los que me conocéis bien, sabéis mi aversión a las compras compulsivas. Hoy era el día más temido para mí y de máximo disfrute para el resto, pues nos desplazaríamos al famoso Jersey Garden Outlet, en New Jersey para pasar el día de compras. Para ello, fuimos dando un paseo a la terminal de autobuses Port Authority donde por 26$ por pareja, pagamos los billetes de ida y vuelta.

Poco se puede escribir de un día así, por lo que seré breve... Compras, pagos, paseos, más compras, más pagos y más paseos!!

10 horas después y en nuestro caso 300$ menos, regresamos al hotel cargados con una maleta nueva, llena de ropa, y tres bolsones más en las manos. Hicimos un rápido repaso de lo comprado y, sobre las 21hrs, salimos de nuevo a dar un paseo por el centro.



Subimos por Broadway hasta el Rockefeller Center, donde vimos la famosa pista de patinaje sobre hielo y fotografiamos con luz nocturna el alto rascacielos contiguo. Cruzamos la sexta y la séptima avenida y pasamos de nuevo por Times Square, esta vez ,levando las cámaras encima, con lo que pudimos realizar muchas instantáneas que, lamentablemente, no le hacen justicia respecto a lo que se puede ver con los propios ojos. También aproveché para hacer algún vídeo con el iPad, que se acerca más a lo que se ve en persona, así que os quiero mostrar uno breve para que los que no hayáis conocido éste rincón se pueda hacer una idea...



Hoy sí que completamente agotados por los kilómetros recorridos a pie, cogimos cena para llevar y pusimos rumbo al hotel donde descansamos del tirón durante toda la noche.
Poco a poco se nos iba acabando el tiempo, pero íbamos cumpliendo con nuestros objetivos del viaje...



Día 6

El cansancio del día anterior nos hizo quedar para desayunar una hora más tarde de lo habitual, de modo que a las 8.30hrs teníamos  previsto estar en la cafetería. Lo cierto es que conectamos por Skype con nuestras hijas sobre esa hora y, como terminamos enseñando por la cámara cada regalito que les habíamos comprado, bajamos 15 minutos tarde.



Comenzamos la jornada recorriendo de nuevo Central Park, ésta vez de sur a norte. Tras atravesar la zona de alrededor del lago pequeño, llegamos a los apartamentos Dakota, a la altura de la 72th con la 8th Avenida, lugar en el que vivió y murió John Lennon. En un agradable rincón del parque justo en frente, se encuentra un mosaico en su memoria con la palabra IMAGINE y nos hicimos unas bonitas fotos de recuerdo.



Seguimos en torno a una hora más hacia el norte y llegamos al gran lago de la Reserva de Jacqueline Kennedy Onassis, que cubre todo el ancho del parque y se encuentra plagado de aves. A continuación, después de juguetear con las curiosas y atrevidas ardillas, salimos del gran pulmón de la ciudad por el este, para tomar el metro dirección al Madison Square Park. Allí, pudimos tomar unas fotos del curioso edificio Flatiron que separa en diagonal la 5th Avenida de Broadway...



Una vez satisfechos de las fotos tomadas, volvimos al metro para continuar la dirección que llevábamos hacia Little Italy. Teníamos la intención de comer en el mismo restaurante en el que habíamos cenado Maribel y yo dos noches antes y casi desistimos, pues nos costó bastante trabajo encontrarlo... Finalmente, lo encontramos y pasamos a comer. La comida estuvo genial y el precio bastante asequible, pero al salirnos del menú con unos cafés y una ensalada, la cuenta subió como la espuma!! Aunque todo salió más caro de lo previsto, lo cierto es que la comida nos sentó estupendamente, así que salimos animados hacia Chinatown para rematar los últimos detalles de los típicos recuerdos de NY. Por nuestra parte, lo resolvimos con unos cuantos imanes de nevera a buen precio y un par de camisetas con la típica bandera estadounidense para nuestras hijas.



De allí, salimos a pie hacia el puente de Brookling para cruzar al otro lado del East River y poder comprobar la majestuosidad de la ciudad antes y después del anochecer. Llegamos un poco justos al sitio que más nos gustó para hacer la típica foto del "skyline", de modo que las mejores fotos las conseguimos ya de noche. Mientras cruzábamos aún de día, también conseguimos algunas imágenes espectaculares, pero no tan buenas como las que pudimos sacar ya sin luz.



Según se iba marchando el sol, fue disminuyendo la temperatura y aumentando la velocidad de viento, de modo que tras la mejor sesión de fotos del día, tuvimos que recuperar calorías en una pizzería cercana.
Nada más salir de la pizzería, la idea original era regresar en metro al hotel, pero llegando a la estación, y como aún no habíamos tenido suficiente con el día de compras anterior, estuvimos otro par de horas gastando dinero en el centro comercial frente a nuestra parada de metro, por supuesto continuando con ese espíritu consumista que todo lo inunda en esta ciudad...



Esa noche no fuimos a cenar a ningún sitio, sino que nos quedamos en la habitación comiendo unos snacks y tomando unos refrescos mientras veíamos un rato la tele...

Día 7

Último día completo en La Gran Manzana!!

Las dos parejas teníamos pendientes algunas compras y decidimos quedar a medio día para comer juntos e ir por libres durante la mañana. Maribel y yo fuimos dando un paseo de nuevo hasta Grand Central Station, en el que vimos que había una tienda de The Body Shop que queríamos visitar.



Cuando llegamos nos encontramos con un enorme despliegue de policía, periodistas y miles de personas que celebraban el primer centenario de la estación en un bonito escenario que habían preparado en la nave central. La policía cortaba todos los accesos a los alrededores del escenario, ya que estaba previsto para personalidades y periodistas, pero nosotros accedimos por alguna extraña coincidencia y nos vimos en medio de una maraña de fotógrafos, guardaespaldas y policías con perros entrenados, mientras una de las personalidades daba una animada charla sobre la historia de la carismática estación. De repente se subió al escenario una cantante y se puso a interpretar una canción que, lamentablemente por la acústica del recinto, sonaba con un incómodo eco.



Cuando vimos que el evento se alargaría, nos acercamos a uno de los cordones policiales y un amable policía nos permitió la salida a la vez que discutía con uno que trataba de entrar en sentido contrario al nuestro. En uno de los locales aledaños a la estación, se encontraba la tienda que buscábamos así que pasamos por allí e hicimos nuestra compra. Al salir, vimos un fantástico mercado de abastos de detalles perfectamente cuidados, en el que pudimos charlar con los tenderos y degustar los productos que allí ofertaban.



Después del agradable paseo por el mercado, nos acercamos a la Calle 34th entre la 5th y la 6th Avenida, para visitar la tienda de magia pás antigua y famosa de Nueva York: Tannen's. Se trataba de un escondido local en la sexta planta de un edificio, en el que no figuraba ni nombre ni pistas sobre su existencia. Pasamos dentro y nos recibieron dos simpáticos magos con los que pudimos charlar agradablemente sobre magia. Uno de ellos nos hizo alguna demostración y finalmente acabé cayendo en la tentación e hice una buena compra... De camino donde habíamos quedado para comer, pasamos por debajo de la famosa Torre Chrysler mientras el cielo nos ofrecía un bonito juego de luces con el que salieron unas fotos espectaculares.



Con la sonrisa en la cara por el agradable paso por la curiosa tienda, nos dirigimos hacia el hotel para descargar las compras cuando, en una tienda de calzado en el camino, no pudimos resistirnos de la tentación de comprar unas rebajadas Converse All Star para nuestras hijas Nerea y Lucía.  

Así que ya descargados, nos acercamos al Madison Square Park, concretamente al edificio Flatiron, donde habíamos quedado para comer con nuestros amigos. Como la idea era visitar el barrio de Chelsea, buscamos algún sitio interesante en esa dirección y encontramos un agradable restaurante con unas interesantes opciones en ensaladas y sándwich.



Tras la comida, paseamos hacia el Flower District, pasando frente al Chelsea Hotel y terminando en el famoso High Line Park. Este parque consiste en una antigua vía de ferrocarril reconvertida en un alargado parque que atraviesa todo el barrio de norte a sur. Lamentablemente, en invierno no luce igual que las fotos que hemos visto del verano por Internet, así que tan sólo recorrimos un sector hasta la temprana hora de cierre.



El paseo por el parque nos llevó hasta el número 75de la 9th Avenida, donde se encuentra en encantador Chelsea Market. Se trata de una antigua fábrica de galletas reconvertida en un bohemio mercado de delicatessen, galerías de arte y productos artesanales que nos encantó. Los pasillos están decorados respetando su estado original y todo el mercado te envuelve en un acogedor ambiente.



Después del cálido paseo por el Chelsey Market, salimos de nuevo a los 5 grados bajo cero neoyorquinos para continuar el paseo por el barrio. Tras una rápida parada de nuevo en una cafetería para tomar un té y calentarnos de nuevo, nos dirigimos al metro para tratar de cruzar hacia Brookling por su famoso puente y obtener una última vista de La Ciudad que Nunca Duerme de noche. No terminó siendo una buena idea, porque tanto en la ida como en la vuelta las vistas estaban dificultadas por la propia estructura del puente, de modo que el regreso lo hicimos directamente hasta el hotel para descansar para el viaje del día siguiente.



Antes de dormir, cogimos algo de cena en una hamburguesería de la zona y nos fuimos a la cama tristes por ser nuestra última noche en la atrayente Nueva York.

Día 8

Saltamos de la cama temprano.

Alguien nos dijo que en Times Square hacían un mercadillo los sábados, así que llevábamos idea de ir a verlo antes de marchar hacia el aeropuerto. La temperatura marcaba 7 grados bajo cero y el aire cortaba la piel. Cuando llegamos a la habitualmente concurrida plaza, todo estaba desértico. Pregunté a un policía, el único ser vivo que estaba en la plaza, encima trabajando, y me dijo que efectivamente cada sábado se hace un mercadillo en Times Square, PERO SÓLO EN VERANO!!



Así que aprovechamos para recorrer una vez más la zona de regreso al hotel, pues a las 11.30hrs teníamos pensado coger el taxi. Encontramos un pequeño mercadillo de objetos usados y antiguos escondido en un aparcamiento, y tras una rápida visita Maribel y yo fuimos a buscar un comercio que nos recomendaba una guía mientras nuestros amigos continuaron por su cuenta para buscar los últimos regalos pendientes...

Finalmente, después de unas últimas compras, nos encontramos en el hotel para hacer el checkout y coger el taxi hacia el aeropuerto de Newark, en Nueva Jersey. El botones del hotel nos recomendó coger un taxi privado en lugar de un "yelow" y acordamos con un chino de cara de pocos amigos un precio de 100$ para el trayecto. El coche que nos llevó era impresionante!! El típico tanque americano de GMC, nuevo modelo de Yukon, negro, automático y de gasolina que rugía cabreado con cada aceleración. Aún a pesar del intenso tráfico, llegamos al aeropuerto con el tiempo suficiente para hacer el embarque sin prisas y coger el primer vuelo hacia Philadelphia.



Este primer trayecto corto fue mucho más suave y rápido que a la ida, así que entretenidos mientras mirábamos por las ventanillas y antes de darnos cuenta, estábamos paseando por la terminal del aeropuerto de Philadelphia en busca de nuestro último avión. Para el regreso, no fue necesario recoger nuestras maletas como a la ida, sino que éstas embarcarían directamente ellas solas.

Puntualmente en los horarios que habíamos calculado, llegamos al embarque del vuelo transoceánico a tiempo de pedir de nuevo los cuatro asientos juntos. El avión que cogimos era como el de la ida, con la pantalla individual surtida de multitud de películas y aplicaciones previstas para amenizar las más de 6 horas de viaje, así que tuvimos un regreso bastante entretenido. En mi caso, estuve viendo 3 películas de cartelera seguidas!!

Media hora antes de lo previsto, debido al fuerte viento de cola que nos empujaba a una velocidad de más de 1000kph, llegamos a Madrid donde mi padre nos esperaba en la terminal para llevarnos a casa. Llegamos a las 8.30hrs a casa y pusimos punto y final a nuestro bonito viaje con el gran abrazo con el que despertamos a nuestras hijas...



Ha sido una semana increíble, donde hemos conocido infinidad de sitios emblemáticos y hemos experimentado de primera mano lo que supone vivir en La Gran Manzana. Aunque este destino no figura entre mis favoritos de los que he visitado hasta la fecha, he de reconocer que el carisma de sus calles, el ajetreo de sus gentes, la dureza de su invierno y el crisol de culturas que lo forman han hecho que estas vacaciones en Nueva York queden en nuestro recuerdo como un viaje inolvidable y totalmente recomendable para hacer al menos una vez en la vida.

Daniel M. - 2013

Pd. He traído 1.353 fotos que ocupan nada menos que 6gb de espacio. Aquellos que tengáis interés en ver algunas fotos más, me lo pueden decir y estaré encantado en subir algunas otras a mi álbum de Picasa...

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