Viaje en moto por Italia!!! (Día 6)
10 abril 2008
Amaneció ese día con unos nubarrones negros en el cielo. Tan pronto como pudimos, salimos del hotel en dirección a Venezzia, esperando que el clima nos permitiera ver algo. Estábamos a menos de 10 minutos de la bella ciudad, así que en seguida llegamos. Después de cruzar por el puente de acceso, nos dirigimos a la Piazza de Roma. Allí, negociamos con el dueño de un parking privado el precio para dejar la moto bajo techo. Una vez hecho esto, sacamos el billete para el Vapporetto (barco equivalente a los autobuses urbanos) y cogimos la línea hacia la Piazza San Marcos.
Venezzia es una pasada!! Debe ser incomodísimo vivir allí, pero no deja de ser muy curioso la forma en la que viven. Vimos el barco de correos, los barcos-furgonetas haciendo repartos, los barco-taxis, los barco-limusinas, barcos-grúa, barcos-hormigonera, policías y bomberos en barco y, por supuesto, los famosos gondoleros.
El Vapporetto nos llevó por el Gran Canal hasta la Piazza San Marcos en 40 minutos inolvidables. Allí teníamos la idea de hacer el regreso a pie hasta el parking, aproximadamente en 2hrs. La Basílica de San Marcos no se parece a ninguna otra que hayamos visto antes por la variedad de estilos y materiales que utiliza. Parece ser que esto es debido a que durante la República Veneciana, los mercaderes tenían obligación de ofrecer un regalo para embellecer San Marcos.
En la plaza había centenares de palomas esperando que los turistas les dieran cañamones que allí mismo se vendían. Cada vez que alguna persona abría la bolsa, se tiraban a por ella decenas de palomas y se la quitaban de las manos. Le dije a Maribel: “si pones la manos como si tuvieras algo, seguro que se te suben”. Efectivamente, abrió la mano vacía y se subieron 5 ó 6 palomas. Incluso dos de ellas tuvieron una reñida pelea por... nada.
Desde allí iniciamos el regreso al parking y allí comenzó nuestro suplicio con la lluvia. Se puso a caer agua como si no costara. De modo que entre soportales y arrimándonos a las marquesinas nos tiramos 2 horas empapándonos. Al final llegamos a la Piazza de Roma, no sin antes hacer una visita a la frutería, jejeje...
Era tal la forma de caer agua, que al cruzar el puente nos dirigimos al peaje para no empaparnos en los atascos. Teóricamente tendríamos que llegar a dormir a Milano (300kms), visitando antes Vicenza, Verona y Brescia. Dijimos que cuando parara de caer agua, saldríamos del peaje para hacer visitas, pero... NO PARÓ EN TODO EL DÍA!! Así que pusimos el piloto automático a la moto, subimos la pantalla al máximo y pasamos por al lado de Vicenza y de Verona sin parar. Viendo que el cielo no iba a abrir de ninguna manera, en lugar de seguir hasta Milano, decidimos no perder tiempo y acortar hacia Genova. Del tramo desde Venezzia hasta Genova prefiero no acordarme, de modo que poco más puedo decir...
Llegamos al destino con un elevado estado de nervios, puesto que el último tramo de peaje desde Tortona hasta Génova es como un Despeñaperros de 80kms. Autovía de dos carriles con curvas cerradísimas y un sinfín de radares. Seguro que es habitual la lluvia en esa zona, pues las curvas están con un asfalto especial más abrasivo. Si el tramo de peaje era así de malo, no quería imaginar cómo sería la ruta alternativa, teniendo en cuenta lo desastrosas que son las carreteras en Italia...
Finalmente, llegamos al centro de Génova y, después de aparcar la moto, dimos un paseo para relajarnos mientras nos seguía chispeando.
Vimos la Piazza de Ferrari, la casa donde “presuntamente” vivió Colón (Cristobolo Colombo) y en el puerto disfrutamos de una auténtica Carabela en perfecto estado de conservación.
No teníamos previsto dormir por esa zona y no llevábamos listado de los hoteles de allí, así que como se intensificó de nuevo la lluvia, tomamos la decisión de seguir adelante hasta encontrar un alojamiento tranquilo más cerca del final de Italia. Cogimos la Vía Aurelia, carretera que parte de Roma y sigue toda la costa norte hasta Francia. Pasamos unos pueblecitos encantadores como Arenzano, Varazze, Savona, etc... aunque no pudimos parar por la maldita lluvia. Al cabo de unos cuantos kilómetros nos sucedió otra anécdota más. Empezamos a notar que la carretera cada vez tenía menos tránsito. Llegó un momento en que circulábamos solos. Así que a la salida de una curva rápida nos encontramos con que la carretera sencillamente había desaparecido!!
Con razón íbamos solos... La alternativa lógica pasaba por volver unos 30kms atrás y coger un tramo alternativo. Le dije al GPS que nos sacara del apuro y nos hizo una ruta turístico-aventurera por una zona montañosa con carreteras más propias del tercer mundo... y encima no paraba de llover!! Ya eran cerca de las 20hrs, así que llegamos a la conclusión de que en el primer hotel que encontráramos pararíamos a dormir. No fue al primero sino al tercero, cuando dimos con el mejor hotel de todo el viaje. No sólo por las instalaciones, sino también por lo encantadores que fueron sus dueños. El hotel se llamaba “La Gioiosa”, en Finale Ligure. Dejamos la moto en su garaje y estuvimos dos horas charlando con ellos, mientras degustábamos un suave vino de cosecha propia. Resultaron ser tan aventureros como nosotros. Habían recorrido Italia y España en coche, tenían otra BMW que sacaban de vez en cuando y, para más “inri” también montaban en quad como nosotros.
Después de la charla, nos pusieron de cenar. Fue una comida casera típica de allí, todo regado con un buen vino. A todos aquellos que les pille por la zona, les aconsejo que prueben a alojarse allí. Fue muy barato (nos costó habitación, garaje, aperitivos, cena y desayuno 98 euros en total) e insisto que el trato fue como estar en casa. Adjunto un enlace de su web por si alguien quiere más información:
http://www.lagioiosahotel.it/
En fin, que ese día no fue muy prolífico en visitas culturales, pero mereció la pena llegar hasta allí, puesto que cenamos como ningún día y dormimos como niños pequeños. Al día siguiente nos esperaba más agua, alguna que otra sorpresita del GPS y cumplir otro de mis grandes sueños...
Amaneció ese día con unos nubarrones negros en el cielo. Tan pronto como pudimos, salimos del hotel en dirección a Venezzia, esperando que el clima nos permitiera ver algo. Estábamos a menos de 10 minutos de la bella ciudad, así que en seguida llegamos. Después de cruzar por el puente de acceso, nos dirigimos a la Piazza de Roma. Allí, negociamos con el dueño de un parking privado el precio para dejar la moto bajo techo. Una vez hecho esto, sacamos el billete para el Vapporetto (barco equivalente a los autobuses urbanos) y cogimos la línea hacia la Piazza San Marcos.
Venezzia es una pasada!! Debe ser incomodísimo vivir allí, pero no deja de ser muy curioso la forma en la que viven. Vimos el barco de correos, los barcos-furgonetas haciendo repartos, los barco-taxis, los barco-limusinas, barcos-grúa, barcos-hormigonera, policías y bomberos en barco y, por supuesto, los famosos gondoleros.
El Vapporetto nos llevó por el Gran Canal hasta la Piazza San Marcos en 40 minutos inolvidables. Allí teníamos la idea de hacer el regreso a pie hasta el parking, aproximadamente en 2hrs. La Basílica de San Marcos no se parece a ninguna otra que hayamos visto antes por la variedad de estilos y materiales que utiliza. Parece ser que esto es debido a que durante la República Veneciana, los mercaderes tenían obligación de ofrecer un regalo para embellecer San Marcos.
En la plaza había centenares de palomas esperando que los turistas les dieran cañamones que allí mismo se vendían. Cada vez que alguna persona abría la bolsa, se tiraban a por ella decenas de palomas y se la quitaban de las manos. Le dije a Maribel: “si pones la manos como si tuvieras algo, seguro que se te suben”. Efectivamente, abrió la mano vacía y se subieron 5 ó 6 palomas. Incluso dos de ellas tuvieron una reñida pelea por... nada.
Desde allí iniciamos el regreso al parking y allí comenzó nuestro suplicio con la lluvia. Se puso a caer agua como si no costara. De modo que entre soportales y arrimándonos a las marquesinas nos tiramos 2 horas empapándonos. Al final llegamos a la Piazza de Roma, no sin antes hacer una visita a la frutería, jejeje...
Era tal la forma de caer agua, que al cruzar el puente nos dirigimos al peaje para no empaparnos en los atascos. Teóricamente tendríamos que llegar a dormir a Milano (300kms), visitando antes Vicenza, Verona y Brescia. Dijimos que cuando parara de caer agua, saldríamos del peaje para hacer visitas, pero... NO PARÓ EN TODO EL DÍA!! Así que pusimos el piloto automático a la moto, subimos la pantalla al máximo y pasamos por al lado de Vicenza y de Verona sin parar. Viendo que el cielo no iba a abrir de ninguna manera, en lugar de seguir hasta Milano, decidimos no perder tiempo y acortar hacia Genova. Del tramo desde Venezzia hasta Genova prefiero no acordarme, de modo que poco más puedo decir...
Llegamos al destino con un elevado estado de nervios, puesto que el último tramo de peaje desde Tortona hasta Génova es como un Despeñaperros de 80kms. Autovía de dos carriles con curvas cerradísimas y un sinfín de radares. Seguro que es habitual la lluvia en esa zona, pues las curvas están con un asfalto especial más abrasivo. Si el tramo de peaje era así de malo, no quería imaginar cómo sería la ruta alternativa, teniendo en cuenta lo desastrosas que son las carreteras en Italia...Finalmente, llegamos al centro de Génova y, después de aparcar la moto, dimos un paseo para relajarnos mientras nos seguía chispeando.
Vimos la Piazza de Ferrari, la casa donde “presuntamente” vivió Colón (Cristobolo Colombo) y en el puerto disfrutamos de una auténtica Carabela en perfecto estado de conservación.
No teníamos previsto dormir por esa zona y no llevábamos listado de los hoteles de allí, así que como se intensificó de nuevo la lluvia, tomamos la decisión de seguir adelante hasta encontrar un alojamiento tranquilo más cerca del final de Italia. Cogimos la Vía Aurelia, carretera que parte de Roma y sigue toda la costa norte hasta Francia. Pasamos unos pueblecitos encantadores como Arenzano, Varazze, Savona, etc... aunque no pudimos parar por la maldita lluvia. Al cabo de unos cuantos kilómetros nos sucedió otra anécdota más. Empezamos a notar que la carretera cada vez tenía menos tránsito. Llegó un momento en que circulábamos solos. Así que a la salida de una curva rápida nos encontramos con que la carretera sencillamente había desaparecido!!
Con razón íbamos solos... La alternativa lógica pasaba por volver unos 30kms atrás y coger un tramo alternativo. Le dije al GPS que nos sacara del apuro y nos hizo una ruta turístico-aventurera por una zona montañosa con carreteras más propias del tercer mundo... y encima no paraba de llover!! Ya eran cerca de las 20hrs, así que llegamos a la conclusión de que en el primer hotel que encontráramos pararíamos a dormir. No fue al primero sino al tercero, cuando dimos con el mejor hotel de todo el viaje. No sólo por las instalaciones, sino también por lo encantadores que fueron sus dueños. El hotel se llamaba “La Gioiosa”, en Finale Ligure. Dejamos la moto en su garaje y estuvimos dos horas charlando con ellos, mientras degustábamos un suave vino de cosecha propia. Resultaron ser tan aventureros como nosotros. Habían recorrido Italia y España en coche, tenían otra BMW que sacaban de vez en cuando y, para más “inri” también montaban en quad como nosotros.
Después de la charla, nos pusieron de cenar. Fue una comida casera típica de allí, todo regado con un buen vino. A todos aquellos que les pille por la zona, les aconsejo que prueben a alojarse allí. Fue muy barato (nos costó habitación, garaje, aperitivos, cena y desayuno 98 euros en total) e insisto que el trato fue como estar en casa. Adjunto un enlace de su web por si alguien quiere más información:http://www.lagioiosahotel.it/
En fin, que ese día no fue muy prolífico en visitas culturales, pero mereció la pena llegar hasta allí, puesto que cenamos como ningún día y dormimos como niños pequeños. Al día siguiente nos esperaba más agua, alguna que otra sorpresita del GPS y cumplir otro de mis grandes sueños...
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