Viaje en moto por Italia!!! (Día 4)

8 abril 2008

El día de hoy comenzaba la ruta propiamente dicha, no sin antes pasar rápidamente por el Museo Vaticano que ayer no pudimos visitar. Nos despertamos realmente temprano y dejamos el Hotel sin desayunar, puesto a esas horas aún no estaba preparado. Llegamos al Museo de los primeros y, después de aparcar la moto en la misma puerta, nos tocó esperar durante una hora y media para la apertura.
En cuanto abrieron, hicimos una previsión del recorrido que queríamos hacer sin entretenernos mucho, pasando por la zona de arte egipcio, las estancias de Rafaello, un poco de arte moderno y finalmente, el motivo de haber entrado al museo: la capilla sixtina.
Lo cierto es que es una gozada disfrutar en persona de los frescos de Micheangelo, que tantas y tantas veces hemos visto en nuestros libros de texto. Fue muy difícil fotografiar la capilla, puesto que teníamos un férreo marcaje “al hombre” por los miembros de seguridad del museo. Ésta es la única imagen que pude tomar, con una calidad pésima al haberla sacado sin flash:
Por fin, una vez disfrutada la Sixtina, iniciamos nuestra marcha por carretera hacia Siena. Al salir del museo, nos esperaba una persistente lluvia que ya nos acompañó la mayor parte del viaje, de modo que no sin complicaciones (si el tráfico es caótico sin lluvia, con ella ya es la leche) conseguimos salir de la Ciudad Eterna, en dirección a Siena. Durante la salida, en una de las vías principales de acceso a Roma, vimos un ejemplo de cómo se respetan allí las normas de tráfico: se formó un tapón de coches por un pequeño accidente y varios conductores que llegaron y vieron el tráfico detenido, iniciaron la retirada por la autovía marcha atrás, hasta la salida que se habían pasado dos kilómetros atrás. Mientras nos reíamos, seguimos adelante y vimos el otro ejemplo: en la anterior incorporación a la autovía, muchos de los coches que se encontraban el tráfico lento, subían por dicha incorporación (en curva cerrada y peligrosa) también marcha atrás para buscar alguna alternativa.
En fin, salimos a carreteras secundarias para continuar nuestra marcha y dimos con un pueblecito llamado SUTRI (un poco antes de Capranica) donde vimos un Anfiteatro Romano junto a una Necrópolis que merecían una parada y un paseo.
El Anfiteatro estaba completamente escavado en la roca y presentaba un estado aceptable, teniendo en cuenta la cantidad de años que debe llevar ahí. Otra cosa que nos dimos cuenta es que, a pesar de que había una caseta con personal controlando la entrada, ésta no costaba dinero. Ya se nos había olvidado la palabra “gratis” después de dos días en Roma, donde te cobran hasta por subir por las escaleras, jejeje...
Después de un paseo por la zona, nos pusimos en marcha de nuevo bajo la lluvia. Aún a pesar del agua, disfrutamos de nuestro camino por carreteras secundarias. Paramos a comer en un restaurante de carretera junto al Lago di Bolsena. La comida fue excelente y a un precio asequible (una pena no recordar el nombre para ponerlo…).
Después de comer, continuamos la ruta poniendo rumbo a Siena. Poco puedo decir de ese tramo, puesto que la persistente lluvia no nos permitió parar en ningún sitio. De modo que llegamos a Siena y el cielo nos permitió una horita de tregua para poder visitar el centro de la ciudad: La Plaza de Palio.
Es una plaza singular, puesto que tiene forma de cono invertido, con un peralte pronunciado. De allí son famosas las carreras de caballos que hacen una vez al año y que parece ser que merecen la pena ver por su espectacularidad. Dedicamos una hora en pasear por las callejuelas del centro, donde compramos una banderita italiana que nos acompañó el resto del viaje colgada de la antena de la moto.
No con poco esfuerzo, debido a las pronunciadas cuestas de allí, salimos de Siena y pusimos rumbo a Monteriggioni, un bello pueblo medieval rodeado por su intacta muralla. En menos de media hora llegamos allí, pero debido a la lluvia que de nuevo caía y que no permitían la entrada ni en coche ni en moto (lo que equivalía a dejar la moto en un parking y subir una colina hasta entrar en el recinto amurallado) decidimos echar una foto desde fuera y continuar la marcha hacia San Gimignano.
Una vez llegamos a San Gimignano, la lluvia nos dio media hora de tregua para hacer una rápida visita. Descubrimos que es un pueblo encantador. Nos recordó bastante a Santillana del Mar: pueblo medieval en perfecto estado de conservación, totalmente peatonal y con tiendas y comercios que merecen más que una simple visita. Se le llama coloquialmente “el pueblo de las torres” porque en la edad media, las familias adineradas competían entre sí para ver quien construía la torre más alta.
Entonces no existían los Ferrari ni otros símbolos de ostentación y dedicaban todos sus recursos en construir una torre en el tejado de su propia casa.
Cuando más lejos estábamos del parking donde habíamos dejado la moto, comenzó de nuevo a llover y, protegidos con nuestros cascos, retornamos a la moto para continuar con la que sería la última parte de la jornada: Florencia.
Entramos a Florencia por la Piazza de Michelangelo al atardecer y fue como entrar en otra dimensión. Desde allí se divisa la ciudad entera y en especial, hay una perfecta vista del famoso Ponte Vecchio. Las imágenes que se aprecian desde allí son inolvidables y buena muestra de ello son éstas fotos:



El puente contiene muchas tiendas, dedicadas todas ellas a la joyería (dicen que porque en la antigüedad las tiendas sobre el río estaban exentas de impuestos).
Ese día teóricamente teníamos que haber terminado en Pisa, pero pensamos que en Florencia se merecía parar y pasar noche. Una vez encontramos hotel, dimos un paseo de casi tres horas por el centro de Florencia. Visitamos el Ponte Vecchio por dentro, la Piazza del Duomo (la catedral Santa María del Fiore de noche es espectacular) y el Baptisterio (cuyo mayor atractivo son las puertas Este, talladas por Ghiberti).
Decidimos que al día siguiente pasaríamos de nuevo por los mismos sitios para verlo de día, así que, finalmente ya bastante cansados, nos retiramos al hotel, no sin antes parar en una Pizzería del centro para tomar un trozo de pizza. El día siguiente tendríamos que llegar hasta Venezzia, pasando por Maranello (Museo Ferrari), Bologna, Ferrara, etc... pero el GPS nos tenía guardada una sorpresa no muy agradable para Maribel (aunque sí para mí, que soy aficionado al esquí, jejeje...).

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