Escocia en autocaravana 2012!! (Parte 3)
Domingo 22 de julio
Amaneció un día
de perros!! Un fuerte viento acompañaba a una fina y constante lluvia.
Nos pusimos en
marcha más bien tarde, pues aprovechamos la lavadora y secadora del camping
para hacer una colada y, por supuesto, renovar una vez más las aguas de la
autocaravana. Pusimos rumbo directo a la cercana Glasgow en el mismo momento
que la lluvia paraba, aunque el viento aún seguía siendo fuerte.
No teníamos
intención de bajarnos a visitar Glasgow, pues según lo que habíamos leído sobre
esta ciudad no había nada de nuestro interés. Aun así, la cruzamos de un
extremo a otro para tener una ligera visión desde la autocaravana. No nos
gustó!! Muchos bloques grises de pisos, mucho tráfico y mucha suciedad.
Al salir de
Glasgow, entramos de lleno en la Escocia profunda, la más bonita de las zonas
de nuestro viaje!!
Nos dirigimos dirección
a Dumbarton, lugar en el que se entraba en la región de Loch Lomond and The
Trossachs, un bellísimo parque nacional de la comarca de Stirling. Entrando en
el centro de la ciudad, vimos un gran complejo industrial de decenas de naves
industriales pintadas de negro, que resultó ser la destilería Ballantines. Paré
en la puerta, pues aunque esa no es una de mis marcas favoritas, aún tenía la
asignatura pendiente de visitar alguna destilería, pero al ser domingo todo se
encontraba cerrado (o quizás no supe ver entre las múltiples entradas, la
destinada a las visitas). No me importó, pues llevaba las coordenadas de la
destilería de Chivas Regal en Keith, y esa era una de las visitas obligadas del
viaje.
Fuimos al
castillo de Dumbarton, que los indicadores anunciaban al final del pueblo, en
dirección hacia una gran colina de rocas abruptas que había a la izquierda.
Fuimos con la intención de hacer la visita, pero nos encontramos un castillo...
sin castillo. Solo se encontraban las murallas de alrededor, y el castillo como
tal estaba prácticamente desaparecido. Vimos que el precio familiar era de 23
pounds, de modo que no creímos que mereciera la pena y, tras unas fotos a los
alrededores, seguimos con nuestra ruta.
Pocos kilómetros
mas adelante llegamos a Balloch. Fuimos directamente al parking del castillo a
comer y como la densa vegetación no nos dejaba verlo, encontramos un amplio
aparcamiento en las cercanías, donde aprovechamos para comer.
Posteriormente a
la comida subimos al castillo, donde hasta los mismos muros no se podía ver,
gracias a la densa vegetación de su alrededor. Comprobamos que se encuentra en
un emplazamiento envidiable, de cara al inmenso Loch Lomond, y de espaldas al denso
bosque. Estuvimos un par de horas jugando por las verdes praderas de los
alrededores, y llegamos paseando hasta el mismo lago.
Allí, mientras
nuestras hijas jugaban en dos parques infantiles, nosotros nos deleitamos con
los bellos parajes... Al otro lado del lago, se divisaba una gran mansión con
doble torre frontal, que tenían aparcado en la puerta…. UN HIDROAVIÓN!!
Por fin, después
del esparcimiento familiar, volvimos a la autocaravana y, justo a tiempo de
llegar, se puso a llover y no pararía en el resto del día.
Pasamos por un
bonito pueblo llamado Luss, pero la intensa lluvia no nos permitió ni siquiera
bajarnos.
A partir de ese
momento, dirección a Glencoe, entramos en un precioso valle en U, de libro, en
el que las verdes montañas de ambos lados expulsaban agua en numerosas cascadas
hasta un río central. Fue algo brutal, inhóspito, arrebatador y de una belleza
indescriptible. Según nos adentrábamos en el valle, las montañas laterales se
hacían mas y mas escarpadas, y sus cascadas mas
y mas espectaculares!! Es una lástima que la lluvia no nos permitiera
parar y disfrutar mejor de esas vistas, y que las fotos obtenidas no hagan
justicia, pero aun así fue un momento mágico. La música de la autocaravana
sonaba con el inconfundible estilo celta de El Mago de Oz, y con esas vistas
disfrutamos, con la piel de gallina, de unos kilómetros de placer que jamás
olvidaremos…
Finalmente
llegamos, aún de día, a nuestro destino elegido para dormir esa noche: Fort
William. Según las estadísticas, se trata de la ciudad con el mayor índice de
pluviometría de toda Gran Bretaña y por supuesto hizo honor a su fama, pues no
paró de llover en toda la noche (…y toda la mañana siguiente!!).
Cenamos un fish
& chips en un restaurante local y, tras charlar animadamente con un
autocaravanista italiano, nos fuimos a dormir.
Tengo aquí que
aclarar que tenía bastante miedo a las comunicaciones en inglés, y que hasta la
entrada en Escocia me había sorprendido gratamente al hablar y entender con
fluidez. Ya en el camping del día anterior, lo pasé un poco peor, y es que me
habían comentado lo cerrado que puede ser el acento escocés. Para la cena,
realmente parecía que hablaban otro idioma diferente al inglés. Si arrastraban
las palabras o las acortaban, lo ignoro. El caso es que no entendí
prácticamente nada de lo que me hablaban, ni era capaz de hacer que me
entendieran y eso podría ser normal en una conferencia sobre la reproducción
asistida de la cochinilla escocesa, pero no es normal que me pase para pedir
una simple cena, aunque mi nivel de inglés sea normal. Más tarde me dijeron que
en esa zona utilizan habitualmente el gaélico para comunicarse, con lo que no
era tanto problema mío como suyo, por no quererse hacer entender, seguramente
por motivos que no vienen al caso…
Lunes 23 de julio
Nos despertamos
bajo una cortina de agua que no nos abandonó hasta medio día.
Junto al parking
que habíamos utilizado para dormir, estaba la estación de tren donde se
encontraba, preparado para partir, un bonito tren de vapor. Entonces me acordé
que había leído de que en un pueblo cercano, Glenfinnan, se podía ver pasar el
tren por un bonito puente, imagen que sale en la película de Harry Potter, y
que éste pasaba por ahí a las 10.50hrs. Como faltaban sólo 50min para esa hora,
nos dirigimos hacia allí, para ver si lo conseguíamos ver. Fue fácil encontrar
el lugar, pues había un aparcamiento justo al lado desde el que se veía el
puente. Llegamos 10min antes de la hora de paso y, una vez comprobado el lugar
perfecto para hacer fotos, decidimos esperar dentro de la autocaravana, debido
a la intensa lluvia que caía. En el momento que nos giramos para volver a la
autocaravana, vimos que un autobús descargó a unos 50 jubilados que venían
hacia nosotros, con lo cual, para no perder el sitio bueno, tuvimos que esperar
bajo los paraguas los pocos minutos que faltaban para el paso del tren...
Con puntualidad
británica, el tren pasó por el puente y mereció la pena la espera... Una imagen
muy bonita!!
Pusimos después
rumbo al castillo de Eilean Donan, en Kyle of Lochalsh, paso intermedio
para entrar a la Isla de Skye. De nuevo
disfrutamos con los bellos paisajes, que en cada zona de descanso de la estrecha
carretera nos obligaba a parar para tirar fotos en todas las direcciones...
Una gran cascada
a la salida de una curva nos invitó a salir de la autocaravana y corrimos como
locos, sin paraguas, (parecíamos cuatro posesos con la pequeña en brazos
descalza, calándonos enteros) hasta el lugar donde mejor se podía apreciar. Ésta
escena duro escasos segundos, pero nos reímos mucho al mirarnos unos a otros
completamente calados por las salpicaduras de la cascada y la fuerte lluvia.
Lástima que no pudimos sacar la cámara en ese momento, pues se habría
estropeado con total seguridad, pero al pasar de nuevo, ya subidos en nuestro
vehículo, intentamos sacar una imagen que no le hacía nada de justicia a ese
salvaje lugar.
Al llegar al
castillo paró la lluvia y eso nos facilitó mucho la visita. El interior estaba
completamente restaurado y amueblado, y fue agradable comprobar como se vivía
hace décadas en un castillo…
No permitían sacar fotos en el interior, salvo
unas imágenes que sacamos a un actor vestido con el correspondiente kilt
escocés, que prestó su espada a Lucía para una foto (curiosamente, un efecto
óptico disimula completamente la espada, de modo que os reto a ver si sois capaces
de apreciarla en la siguiente foto):
Posteriormente,
seguimos hacia Skye. Accedimos a la isla por medio de un puente sobre el mar. Ésta
isla no destaca precisamente por sus carreteras, pero existe una que la bordea y
los accesos a las aldeas son equivalente
a sendas asfaltadas sin salida, que se acaban y punto!!
Tienen un solo carril y
cada 100 ó 200 metros aparece un ensanchamiento que indican con la señal de “Passing
Place”, para poder hacer los cruces con los demás vehículos. Circular por esas
mal llamadas carreteras es muy estresante, pues con el bicho que nosotros
llevamos de 7'38 metros de largo y 2,20 metros de ancho, nos obligaba a
cruzarnos con los escasos vehículos que venían de frente, en algunos casos,
dando marcha atrás buscando el passing place más cercano.
Comimos en un
cruce cercano a un pueblecito al sur de la isla que tiene una reserva de focas
y nutrias marinas, y que no pudimos ver por el imposible acceso con nuestra
autocaravana.
Posteriormente,
dimos la vuelta a la isla encontrándonos una vez más con algunos de los más
bellos paisajes que hemos disfrutado durante nuestro viaje...
Quisimos visitar
el Castillo de Dunvegan, pero como llegamos a las 17.30hrs estaba cerrado y no
se podía ver ni el exterior... Una foto en la taquilla de la entrada me
permitió, al menos, saber la forma que tenía.
Decidimos salir
de la isla para dormir, para preparar la llegada a Inverness al siguiente día,
y como llevaba muy poco gasoil, tuve que parar a repostar antes de salir. Allí
pagué el precio más caro de todo el viaje, a 1,55 pounds el litro (aproximadamente
2 euros el litro). Después del palo, estuvimos buscando un sitio tranquilo
donde dormir y nos encontramos con una autocaravana francesa en el parking del
castillo de Eilean Donan que visitamos por la mañana, de modo que aparcamos
justo al lado y nos preparamos para dormir. Las fotos que pude sacar en ese momento, resultaron espectaculares!!
Martes 24 de julio
De nuevo vuelven
a despertarme golpes en la puerta!! Son las 7 de la mañana. Me levanto para
ahuyentar a la gaviota, cuando escucho que la voz que suena esta vez es mas
grave... Mucho mas grave!!
Cuando abrí la
puerta, en ropa interior, me encontré a un furioso escocés, con un pimiento
rojo deforme por nariz, que a gritos me repetía una y otra vez "no
overnight parking, no overnight parking"... En esta ocasión, me hice el
despistado, correspondiéndole también a gritos con varios "no entiendo, no
entiendo", a ver si colaba… De repente el escocés, con una voz mas calmada
pero amenazante, me dice con su fuerte acento que si en dos minutos no desparezco
de allí, me pone un cepo en la rueda que sólo lo podría quitar la policía,
previo pago de la multa. Inmediatamente cerré la puerta, me senté en mi puesto
y, en menos de 20 segundos, arranqué para salir de allí.
Apenas me desplacé
unos cientos de metros para salir del reciento del castillo, volví a parar para
seguir tranquilamente durmiendo, aunque entonces ya no conseguí descansar...
Cuando
finalmente Maribel y las niñas se despertaron, nos pusimos camino a Poolewe, ya
que había leído que había una zona de saltos de salmones y quise probar suerte
a ver si veíamos alguno.
Llegamos al
sitio gracias a las fantásticas indicaciones que había leído no recuerdo donde
y el sitio resulta ser precioso. No vimos ningún salmón, pues la temporada de
desove habría concluido, pero aprovechamos para hacer una ruta senderista de un
par de horas. Llegamos al lago que servía de cabecera del río, y volvimos
cansados pero satisfechos del agradable paseo.
Después, pusimos
dirección a Inverness. Nada más llegar, comimos junto al castillo y, tras unas
compras, buscamos un camping para pernoctar...
Cuando ya estábamos
establecidos en el camping Bught Caravan Park, junto al río Ness, sacamos
las bicicletas para recorrer la
ciudad. Al sacar la bicicleta pequeña, observo que tiene clavada una de las chinchetas
que tengo para cerrar los cajones del garaje (craso error), de modo que me
dispongo a repararlo. En ese momento, me percato que la bicicleta grande de
Nerea la dejé en casa y le traje la pequeña, olvidando en su mochila el kit
reparador de pinchazos… Tras un par de intentos, encontré a un grupo de
escoceses encantados de prestarme su kit de reparación, de modo que al
devolvérselo tuve el placer de regalarles una de las botellas de Rivera de
Duero que siempre llevo conmigo y que al principio no querían aceptar, pero que
cuando lo hicieron quedaron encantados!!
Hicimos un paseo
por la ciudad, y tuvimos la suerte de presenciar un ensayo de la Royal British
Legion Pipeband of Inverness mientras se dirigían a la entrada del castillo.
Lamentablemente, no llevaba la cámara de fotos y mi teléfono estaba sin
batería, de modo que nos limitamos simplemente a disfrutar del impresionante
espectáculo. Estuvimos casi una hora deleitándonos con esa agradable música que
nos mantenía como en un sueño, hasta que despertamos cuando terminaron y se
dispusieron a tocar y desfilar por el centro de la ciudad.
Volvimos al
camping a cenar y, tras un rato de futbol con Nerea (su amigo Tim, que
conoceríamos al día siguiente, hace acto de presencia preguntando si podía
jugar con nosotros justo en el momento en que nos dirigíamos a cenar), cenamos
y nos dormimos... Realmente aún no habíamos visto el lago Ness!!
Miércoles 25 de julio
Como ha sido la
tónica general en los anteriores campings en los que hemos pernoctado, nos
levantamos tarde. Unas duchas para todos y salimos al frondoso césped del centro
del camping con el balón. En pocos minutos, apareció de nuevo Tim y se puso a
jugar con nosotros. Luego le siguieron su hermano y sus dos amigos, y entonces
nos tiramos unos minutos jugando todos, pasando unos momentos realmente buenos...
Al finalizar,
Nerea se atrevió a preguntar a la madre de Tim sus datos para intercambiar
correspondencia por internet, y ambos se escribieron las direcciones de correo
de sus progenitores. Se despidieron con algo de tristeza y nos pusimos en marcha
hacia nuestro primer destino del día, el más importante de todo el viaje: The Loch
Ness!!
Pusimos rumbo a Drumnadrochit,
y a mitad de camino llegamos a un aparcamiento en la carretera que daba acceso
peatonal al propio lago. Ya llevábamos decenas de lagos vistos desde nuestra
entrada en Escocia, pero el carisma de este sitio, y mi particular ilusión por
cumplir un objetivo que llevaba años queriendo cumplir, me hicieron
emocionarme.
No podía dejar pasar la ocasión de hacer algo especial, de modo
que sin pensarlo me puse un bañador (ya que había muchos espectadores, sino lo
habría hecho desnudo) y me tiré al lago!! La temperatura del agua cortaba la
respiración, pero mi estado de plenitud me reconfortaba de tal manera que
disfruté del baño como pocas veces en mi vida... Varios curiosos me miraban
sorprendidos con la sonrisa en la cara, pero ninguno hizo ademán siquiera de
mojarse los tobillos.
Con la sensación
del deber cumplido, salí del agua y, tras secarme, continuamos el viaje hacia
el pueblo mencionado anteriormente. Había un centro de actividades relacionado
con el lago Ness, pero cuando llegamos nos defraudó un poco, así que no
perdimos mucho tiempo visitándolo...
Una vez mas nos
pusimos en marcha, pero en esta ocasión, por primera vez en todo el viaje, ya
no nos retiraríamos más de casa, sino que a partir de este momento estaríamos
cada vez mas cerca… COMENZABA EL REGRESO!!!
Ahora tocaba el
turno de las destilerías. Dicen que un viaje a Escocia no es un viaje si no se
visita una destilería de whisky escocés, así que nos dirigimos hacia la comarca
de Banffshire, donde tendríamos varias alternativas para visitar algunas
destilerías.
Por el camino
paramos en el puerto marítimo de Nairn a comer, donde pudimos pasear un rato
por la playa, tumbarnos, buscar conchas y relajarnos durante un par de horas...
Cuando
continuamos el viaje, pasamos por Elgin, donde desde la carretera vimos una
fantástica catedral, totalmente en ruinas, pero con un porte espectacular.
Aprovechamos para pasear dándole una vuelta al recinto, y disfrutamos de las
bellas vistas mientras sacábamos unas fotos.
Es curioso algo que me habían
comentado, y es que a menudo se encuentran tumbas escocesas completamente
valladas, y es que no tengo muy claro si el verdadero motivo era proteger al
fallecido de los vivos o al resto de los vivos del propio fallecido...
Para acabar el
día, llegamos a Keith a dormir y después de estar un par de horas jugando con
las nenas en un parque de la localidad, fuimos al parking de la famosa
destilería Chivas Regal para buscar donde pasar la noche. Cuando estaba
haciendo unas fotos nocturnas a la entrada de la destilería, salió un coche del
interior y le paré para preguntar si había problemas con que pasáramos la noche
en el parking. Para mi sorpresa, me hicieron entrar para hablar, primero con el
maestro destilador, y posteriormente con la jefa de la fábrica para explicarle
mi caso. Una señora muy amable me recibió y tras explicarle de donde venía y
que tenía intención de visitar al día siguiente la fábrica, solo me dijo que
era bienvenido donde estaba estacionado y que preparara la cámara para el día
siguiente. Estaban sumergidos en una gran fiesta de estudiantes, donde las
risas y el bullicio hacía ver que uno de los principales aditivos de la cena
era el brebaje que ellos mismos preparan a escasos metros del salón donde se
celebraba el evento…
Me dormí con una
sonrisa dibujada en la cara, expectante por la visita del día siguiente!!
Jueves 26 de julio
A las 8.30hrs sonó
el despertador, pero ya llevaba unos minutos despierto, esperando que sonara
para levantarme... El que me conoce sabe que apenas tomo bebidas alcohólicas, y
que cuando la ocasión lo merece, lo único que suelo tomar es una pequeña copa
de buen whisky con hielo. Mi marca favorita es 100 Pippers, que pertenece a
Chivas & Brothers, de modo que estaba deseoso e impaciente por comenzar la
visita. Maribel se quedó durmiendo con las niñas...pues no admitían a menores
en la visita.
Nos recibió un
muchacho joven con un perfecto acento inglés (al menos le entendía
perfectamente), y nos acompañó durante toda la visita, a mí y a otras 7
personas. Para la entrada, pagué 6 pounds, y fueron muy bien invertidos, pues
disfruté mucho la visita. La pena es que por motivos de seguridad, debida a la
alta inflamabilidad del lugar, no estaba permitido hacer fotos en la mayor
parte del recorrido, pero es gratificante saber que hay tecnologías que, 200
años después, aún se utilizan de manera rentable. Pasamos por todos los
procesos de la creación del "agua de vida" escocés, pudiendo ver por
nosotros mismos la forma en que unos simples granos de cebada y un poco de agua
se van transformando hasta llegar a ser lo que vemos en nuestros vasos.
Una de las
partes más espectaculares de la visita fue la sala de destilado, en el que los
grandes alambiques de cobre extraían de la mezcla utilizada, en dos operaciones
consecutivas, el alcohol que se utilizaría en la creación del whisky. Es muy
llamativo ver la llamada "caja fuerte del alcohol" en la que se
observa, a través de una ventana protegida por fuertes candados, el chorro de
licor obtenido durante los dos procesos de destilado. El motivo de los candados
es porque, legalmente, el producto que circula por ahí ya es considerado bebida
alcohólica y, ni siquiera el maestro destilador puede tener acceso al líquido
sin pagar los correspondientes impuestos. Las comprobaciones de la calidad
obtenida se obtienen mediante determinados sensores que analizan la temperatura
y el grado de pureza del alcohol.
También
estuvimos en el almacén, donde el licor envejece en pequeñas barricas de roble.
Según nos indicó nuestro guía, en la sala hay siempre un mínimo de 1.900
millones de litros, aunque constantemente están entrando y saliendo barriles y
la cantidad va oscilando...
Por último,
pasamos a una sobria sala donde nos esperaba una elegante mesa redonda con 8
butacas frente a 3 vasos, para la degustación por parte de cada uno de nosotros.
Pudimos probar las diferencias entre Chivas Regal de 12 años, Chivas Regal de
18 años y Strathinsla de 12 años. Este último no lo conocía, pero tampoco me había
perdido nada, pues es bastante más fuerte que los anteriores y con un sabor más
dulce, que a mi particularmente no me agrada tanto como los otros dos. Con
diferencia, disfruté sobre todo del Chivas de 18 años!!
Como en la
destilería de Chivas no habían permitido menores de edad y no pudieron entrar
las niñas, Maribel se había quedado con ellas y me dio pena que no hubiera
hecho una visita tan interesante. Por ello, quise buscar otra destilería que
admitieran menores y según leyó Maribel en una de las revistas publicitarias
gratuitas que habíamos cogido, cerca de allí se encontraba Glenfiddich que,
además de permitir menores, LA ENTRADA ERA GRATUITA!! Supuse que, debido a su
"bajo" precio, sería una cutre-visita, pero nada mas lejos de la
realidad!!
La visita
comenzaba en una sala de cine, con un vídeo introductorio que se podía seguir
en prácticamente cualquier idioma con unos auriculares. Después, éramos un
grupo de unas 30 personas, y nos separaron en pequeños subgrupos por idiomas.
Sorprendentemente, nos pusieron a una encantadora guía, llamada Julietta, que
nos hizo la visita en un mas que aceptable castellano solo para nosotros
cuatro. Eso me vino de perlas para evitar ir traduciendo las explicaciones, con
el correspondiente retraso que habría supuesto en la visita, además de la
pérdida de pequeños detalles que podría no captar con exactitud. No solo nos
explicó cada fase del proceso con todo lujo de detalles, sino que en los
lugares mas representativos, se nos ofrecía como fotógrafa para hacernos las
correspondientes fotos familiares con nuestra propia cámara.
Según había
leído a la entrada, la visita gratuita incluía al final una cata de olores de
muestras de 12, 15 y 18 años que hicimos dentro de la bodega de envejecimiento.
Cuando supuse que nos iba a despedir con una sonrisa, nos hizo pasar al bar y
les ofreció a mis hijas una copita de agua mientras a nosotros nos servía tres
copas a cada uno del mismo Glenfiddich de 12, 15 y 18 años que habíamos podido
oler en la bodega. No me lo podía creer!! Además del buen trato recibido, una
cata en condiciones, y todo gratis!!
Cuando se
despidió de nosotros, nos acercamos a la tienda de la destilería, donde
compramos una botellita del whisky de 15 años, y salimos de allí muy contentos
por el fantástico trato recibido... Considero que es una visita obligada para
todo el que viaje a Escocia, independientemente de que le guste o no el whisky,
pues es realmente mágico poder seguir el proceso de obtención del famoso “agua
de vida”!!
Así que, cuando
se me pasaron las ganas de coger una espada y recuperar Gibraltar, pues ya
llevaba en la misma mañana 6 vasos de whisky, pusimos rumbo a otro gran destino
de mis sueños para este viaje: St. Andrews, la meca de los golfistas!!
El que me conoce
sabe que soy aficionado a jugar al golf. Estoy federado y, aunque tengo este
deporte un poco olvidado y mi hándicap es alto, no pude programar un viaje a
Escocia sin hacer una parada en la cuna de este deporte. Así que, tras una
parada para comer en un bonito paraje, frente a un río de salmones, a media
tarde entrábamos en la bella ciudad de St. Andrews.
Primero cruzamos
la ciudad desde la entrada hasta el extremo opuesto, donde pudimos visitar
tanto la catedral como el castillo, ambos casi totalmente destruidos, pero con
una belleza rompedora y después estuvimos buscando el famoso Old Course para
tratar de dormir cerca del campo de golf más antiguo del mundo. Dimos con un
espectacular parking gratuito a escasos 10 metros de la calle 2 del campo, en
el que recogían una propina propuesta de 1 pound al día para la Fundación de
ayuda medioambiental que lleva el nombre del campo...
Así que estaba
cumpliendo otro de mis sueños, durmiendo a escasos 100 metros de la casa club
de St. Andrews, en un paraje sin igual y a un precio más que aceptable, de modo
que por segundo día consecutivo, me fui a la cama con otra gran sonrisa
dibujada en la cara...
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