Visita a “El Jardín del Papagayo”, en Peñíscola.

Aprovechando nuestras vacaciones en Benicassim, decidimos dar un salto a Peñíscola y visitar “El Jardín del Papagayo” para pasar unas horas en contacto con nuestros psitácidos amigos. Era 24 de junio y nos levantamos temprano. Nos costó salir de la cama, pues la noche anterior estuvimos en la playa viendo las Hogueras de San Juan y nos acostamos muy tarde. Aún así, salimos somnolientos pero ilusionados en dirección a Peñíscola. Nos separaban 54 kms y 50 minutos de coche desde nuestro lugar de vacaciones: Benicassim.
Encontramos el lugar a la primera y sin problemas, puesto que su emplazamiento está perfectamente indicado. Entramos en el parque los cuatro y comenzamos el recorrido visitando las jaulas de parejas. En ellas pudimos ver a ejemplares de yaco, eclectus, amazonas, aras y cacatúas, entre otros.
Observamos que los animales viven en unas condiciones muy buenas, con grandes jaulones muy espaciosos y limpios. También nos fijamos en la alimentación y vimos que era muy variada y rica en fruta. Es importante reseñar esto, pues hemos visto centros donde no respetan una alimentación conveniente para éstas aves, poniendo principalmente interés en la economía.
Me llamó especialmente la atención la cantidad de Ara Jacintos que poseen: tres parejas, dos de ellas en jaulones para cría, y otra más en un gran voladero, junto con otros ejemplares de aras, yacos y cacatúas. Además, tres grandes aviarios estaban muy surtidos con especies de mediano-pequeño tamaño como estas bonitas Soltitialis que fue muy bonito ver interactuar entre ellas:
A las 12.39hrs nos citaron en la sala de reuniones para hacernos una demostración de la capacidad de aprendizaje de nuestros amigos. Personalmente, no disfruto tanto viendo éste tipo de espectáculos como verlos en los voladeros, en una situación mucho más cercana a su vida en libertad, pero aún así estuve por allí bien atento al show. Lo que más me llamó la atención del show fue ver a un bonito tucán, y más aún el haber podido darle una uva desde mi boca, después de haberme ofrecido como voluntario para hacerlo.
Fue bonito ver volar sobre nosotros a una Cacatúa, a un Ararauna y sobre todo a mi ave preferida, un Macao. Me gustó que no atosigaran en exceso a los animales con un sinfín de trucos de feriante y que permitieran que el ritmo del show lo marcaran los mismos loros. Finalmente, mi hija mayor Nerea también participó sujetando a una Aratinga Solstitialis boca arriba en sus manos.
De allí salimos de nuevo a los enormes voladeros que tienen. Como ya he mencionado, en tres de ellos, había ejemplares de pequeño tamaño (cotorras, aratingas, etc…). Un Pionus se enfadó cuando se me acabaron las pipas de la mano y me dejó un sangrante recuerdo en forma de pinchazo de alfiler en mi dedo índice. En el último voladero (sólo permitido el acceso para adultos), había numerosos loros de gran tamaño. Me encandiló ver de nuevo otra pareja de Macaos mostrando su bello plumaje en vuelo. Especial mención requiere la pareja de Jacintos que antes mencionaba:
Yo, como me había dejado la vergüenza en casa, me arrimé a uno de ellos con la mano llena de pipas (aunque este tipo de loro no siente especial “atracción” por las pipas), y ni corto ni perezoso le “invité” a que subiera en mi mano:
En ese momento, una criadora allí presente me advirtió que “estos animales no son juguetes… ten cuidado!!”. Yo, hinchado como un pavo, le dije que no era novato, que tenía dos loros en casa y sabía lo que estaba haciendo. Después de haberme hecho las pertinentes fotos, el simpático Jacinto me hizo una “caricia” en mi pulgar (os juro que no fue un picotazo agresivo, sino que fue como cuando mi yaco aprieta un poquito más de la cuenta, pero sin intención de hacer daño) y me dejó éste bonito recuerdo:
Las marcas de sangre que se ven en la foto las hizo con el ancho del pico inferior, no con la punta del pico. Si me llega a pillar con la punta del pico superior, seguro que me arranca el dedo. Eso sí, yo me porté como un valiente: no chillé ni me inmuté. Ya cuando salí al coche, unos 15 minutos después (tras pasar por la tienda de souvenirs y comprar unos recuerdos para las nenas), me entraron ganas de gritar de dolor, jejeje… De todos modos, me llevé la marca a gusto, porque… NO SIEMPRE TIENE UNO LA OPORTUNIDAD DE TENER EN SU MANO UN JACINTO!!
Espero que os haya gustado la crónica… Un fuerte abrazo a todos!!
Daniel

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
es hermoso yo soy colombiana y no sabia que aqui hubiese tanta bellesa puesto esto en mi pais se pero por alla en el amazonas los felicito ala horganisacion que lleba esto felicidades a los trabajadores a todos y gracias por amar alos animales

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Gracias Otto!!!