Viaje en moto por Italia!!! (Día 3)

7 abril 2008
El día de hoy sabíamos que iba a ser duro, así que nos levantamos a las 7:00hrs para desayunar fuerte y comenzar temprano las visitas culturales. Después del desayuno, estuvimos hablando con el recepcionista del hotel para que nos aconsejara. Nos avisó que todo el centro de Roma tenía restringida la circulación y que la sanción, si nos colábamos sin autorización, era de 150.-euros. Así que con el temor en el cuerpo de no saltarnos ninguna señal, salimos con dirección al Vaticano.
Según nos aproximamos, vimos una monumental cola con centenares de turistas. Nos explicaron que esperaban entrar al “Musei Vaticani” y que aún quedaba media hora para que abrieran, así que en ese momento decidimos que veríamos todo lo posible de Roma y el Vaticano, exceptuando el Museo, y al día siguiente nos levantaríamos lo más pronto posible para poder entrar al museo sin perder 2hrs en la cola. Llegamos en seguida a la Plaza de San Pedro y aparcamos en una zona específica para motos justo en la puerta de la Ciudad-Estado.
Una vez dentro de los arcos de seguridad, pasamos a ver la Basílica de San Pedro. No es la Catedral más bonita que existe, al menos para mi gusto, pero sin duda sí que se trata de la más importante, y se hace notar: irradia una grandiosidad que resulta casi obscena.
¡¡Que tengan en el mundo feligreses pasando hambre, con la riqueza que tienen acumulada allí!! En fin, lo cierto es que es un sitio digno de ser visitado. Espectacular el Monumento al Papa Alejandro VII de Bernini y, por supuesto, La Pietá de Miguel Ángel.
Una vez recorrido el interior de la Basílica, decidimos bajar a Las Grutas Vaticanas, lugar donde están enterrados la mayoría de los Papas. Nos llamó la atención que cada Papa tenía en su nicho una escultura de mármol grande y ostentosa y sin embargo, el último Papa allí enterrado (Juan Pablo II) tan sólo tenía una lápida inclinada, a ras del suelo, con las palabras “IOANNES PAVLVS PP. II”. No tenemos fotos de éste lugar porque estaba prohibido hacerlas y quisimos respetar a la media docena de personas que rezaba en silencio. Eso sí, tenemos una imagen de la Guardia Suiza y su (curioso) traje de faena:
Una vez salimos de los sótanos, decidimos subir a la cúpula para verla más de cerca. Había una taquilla en la que nos informan que cuesta 5 euros subir por las escaleras y 7 euros por el ascensor. Como (aún) somos jóvenes, pagamos 10 euros e iniciamos el ascenso a pie.
Descubrimos que el primer tramo para llegar al interior de la cúpula es sencillo (una amplia escalera de caracol con el hueco del ascensor en el centro) y que el resto del ascenso para llegar al exterior de la cúpula es pesado, peligroso y claustrofóbico. Incluso, en el último tramo antes de “coronar la cima”, existe una escalera de caracol tan empinada y peligrosa, que dispone de una soga en el centro para que vayas subiendo tanto con las manos como con las piernas.
La llegada arriba confirma que merecen la pena los 15 minutos de ascenso: las vistas de la Piazza San Pietro y de toda Roma son espectaculares. Pasamos 10 minutos contemplando la Ciudad Eterna desde su punto de mejor visión.
También observamos los Jardines Vaticanos, lugar donde el Papa medita mientras pasea, y el Palacio Vaticano, su lugar de residencia.
Finalmente, iniciamos el descenso por otro entramado de escaleras similar a los de la subida y fuimos a dar de nuevo al interior de la Basílica. Como teníamos que volver allí al día siguiente para entrar en el Museo, salimos del Vaticano para acercarnos a ver la Roma Imperial. Una vez fuera, pregunté a una agente si podía ir en moto al Coliseum o estaba prohibido. Nos dijo que en coche no se podía, pero en moto no había problema, pues está permitida su circulación en el centro de la ciudad. De modo que aparcamos la moto a la sombra del Coliseum!!
Allí nos recibía una cola también que daba media vuelta al anfiteatro. Entonces oí a un italiano que le decía a una conocida que esperaba cola que adelantara por el lateral de la cola hasta la una de las taquillas, y nos fuimos con ellos. Resultó que si sólo querías entrar tenías que pagar 11 euros y esperar esa gigantesca cola, pero si además de entrar querías recoger una guía audiovisual (+4 euros, total 15 euros/persona) podías pasar directamente sin esperar. Así que pasamos inmediatamente al Coliseum después de pagar los 30 euros correspondientes.
No sólo no esperamos cola, sino que además la guía audiovisual fue un acierto puesto que nos explicó correctamente todo lo que estábamos viendo de una forma amena. No voy a explayarme con datos del anfiteatro, pues se pueden recoger en cualquier página de turismo de Roma, pero si diré que fue muy emocionante escuchar todo lo que aconteció en ese gigante arquitectónico y estar pisando en persona los mismos suelos por los que Julio César condenaba a muerte con la facilidad de un gesto.
Salimos de allí ya bastante tocados por el cansancio, y cruzamos hacia el Foro Romano, que está justo frente al Coliseum. He de reconocer que a mí no me gustó nada, aunque sí a Maribel. Allí todo está roto y descolocado, con muchas piedras por los suelos y con una sensación de caos que asola.
Sinceramente, creo que si se dedicara parte del dineral que sacan en las taquillas en restaurar todo eso, sería mucho más impresionante de ver. En fin, aunque creo que tienen medios para hacer de ese un lugar mejor, hay que decir que fue muy emocionante pisar las mismas calles en las que vivieron hace 2 milenios Augusto, Tiberio, Calígula, etc...
También subimos al Monte Palatino, junto al Foro, donde está la casa de Augusto (que no entramos porque había 45 minutos de cola). Desde allí arriba se puede ver todo el Foro Romano, el Circo Máximus, el Hipódromo de Domiciano y unos cuantos Palacios y Templos más de cuyo nombre no quiero acordarme.
Eran la 14hrs cuando, prácticamente agotados, salimos del recinto para buscar un sitio donde comer. Pusimos rumbo en moto a la Piazza de Spagna y paramos a mitad de camino en una Trattoria que tenía buena pinta. Allí nos sucedió una anécdota curiosa. A mí no me gusta mucho el queso fundido y Maribel lo odia a muerte: estábamos hambrientos y pedimos sendos platos de espaguetti como fueran, pero sin queso (le dije “sin queso” y “without cheese” porque aún no sabía que “queso” en italiano se dice “formaggio”). Al poco tiempo, nos trajo unos platazos de spaguetti a la carbonara que ya olían a queso según salieron de la cocina. Cuando le dije en mi pésimo italiano que no queríamos “queso”, la camarera nos dijo que efectivamente, no llevaban “kétchup”. Así que yo me comí el mío, no con poco asco, pero Maribel no pudo ni mirarlos. Pedimos un plato más de spaguetti al “pomodoro” (vimos que así se le llama al “tomate”) para que ella pudiera comer.
Una vez comidos, continuamos nuestro camino hacia la Plaza de España, parando antes en “La Bocca de la Veritá” donde nos hicimos la foto de rigor (aún conservo la mano intacta, con lo cual se confirma que todavía no he mentido en mi relato, jejeje...).
Tuvimos la mala suerte de pillar la Piazza en obras. Como no muy lejos de allí teníamos la “Fontana di Trevi”, no nos entretuvimos mucho y continuamos para visitarla y lanzar nuestra moneda. He de señalar que el tráfico en Roma es caótico y que las motos se cuentan a millares, de modo que nos costó 20 minutos encontrar un sitio donde dejar la moto. Estaba todo repleto de scooter por todas partes. Al final, a dos manzanas de la fuente, vimos una chica que salía de un hueco con su motillo y, haciendo lo posible por no tirar toda la fila como un dominó, pudimos meter la nuestra en el hueco. Así que nos acercamos a ver la famosa fuente.
Realmente merece la pena ver ese espectáculo de agua en medio de la ruidosa ciudad. Había muchísima gente y nos costó trabajo lanzar nuestra monedita, pero al final lo conseguimos, de modo que según la tradición... volveremos a Roma!!
De allí nos fuimos andando a nuestra última visita en el largo día de hoy: el Pantheon.
Es un edificio realmente curioso. Una nave circular con un pórtico de columnas en la entrada. Dentro se encuentran enterrados Victorio Enmanuelle II (considerado Padre de la Patria Italiana) y Rafaello, entre otros. La cúpula tiene una sencillez que la hace fascinante: me encantó. Dentro pudimos sentarnos un rato y descansar.
Eran las 19hrs y desde allí iniciamos el regreso al hotel. En una callejuela encontramos una maravillosa tienda de artículos de madera. Justo al lado se encontraba el taller, donde un “Geppetto” estaba fabricando “Pinocchos” a mano.
Antes de llegar al hotel, pasamos por un supermercado, donde cogimos material para hacernos unos bocatas y poder descansar del día tan ajetreado, a la par que gratificante, que habíamos llevado. Nos acostamos pronto, puesto que al día siguiente sonaría el despertador a las 6:30hrs para llegar de los primeros al Musei Vaticani. Además ya comenzaría el viaje de verdad y teníamos previsto ver Siena, Florencia (tela marinera) y Pisa entre otros...
Hasta donde llegaríamos??

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